
La estabilidad del sistema eléctrico europeo depende cada vez más de criterios comunes y homogéneos en todos los países miembros. Un informe publicado por ENTSO-E en 2022, la organización que coordina las redes eléctricas en Europa, señala específicamente que España presenta ciertas particularidades que podrían poner en riesgo la estabilidad de todo el sistema.
Según el informe, España permite que ciertas centrales eléctricas, especialmente renovables, se desconecten automáticamente más rápido que en otros países europeos en situaciones críticas de frecuencia eléctrica, concretamente cuando esta baja hasta los 48 Hz durante tres segundos. En términos sencillos, la frecuencia eléctrica es como el latido cardíaco del sistema: si sube o baja demasiado, indica problemas graves que podrían derivar en apagones.
La normativa general europea exige que todas las centrales permanezcan conectadas dentro de un rango más amplio, entre 47,5 Hz y 51,5 Hz, para asegurar que en momentos de crisis todas contribuyan a mantener la estabilidad del suministro. El informe destaca que la excepción española, recogida en su código de red (P.O. 1.6), puede incrementar el riesgo de desequilibrio en la red europea, especialmente en situaciones de emergencia.
Para enfrentar estos riesgos, el Plan de Defensa del Sistema desarrollado por ENTSO-E busca mejorar la capacidad de reacción ante situaciones extremas. Este plan incluye mecanismos automáticos como la desconexión controlada de cargas eléctricas no esenciales o sistemas de almacenamiento energético que actúen de forma rápida y coordinada para estabilizar la frecuencia eléctrica.
El estudio concluye que, aunque el sistema actual es robusto para afrontar desequilibrios moderados, resulta imprescindible que España armonice su normativa con los estándares europeos. Esto es aún más urgente teniendo en cuenta que en 2030 se prevé una mayor penetración de energías renovables, que aunque beneficiosas para el medioambiente, también hacen que la red sea más sensible a fluctuaciones debido a una menor inercia, es decir, menor capacidad natural del sistema para resistir cambios bruscos.
La recomendación final del informe es clara: España debería adaptar su código de red a los requisitos europeos, para no convertirse en el eslabón débil que pueda llevar a apagones más amplios en el futuro.