Energía

La descarbonización podría encarecerse un 30% por culpa de la guerra arancelaria

Fábrica de paneles solares. / iStock

En los últimos años, el coste global de la descarbonización ha ido disminuyendo, principalmente como consecuencia de la innovación tecnológica. De hecho, en 2025 el coste de aproximadamente la mitad de las tecnologías verdes —las más baratas ha disminuido un 7% respecto al año anterior, así como un 50% respecto al año 2019. Sin embargo, este abaratamiento se ve amenazado por la guerra arancelaria y el proceso de desglobalización hacia el que parecen dirigirse las sociedades avanzadas, en cuyo peor escenario desataría un encarecimiento del 30%.

Estas son algunas de las principales conclusiones que varios analistas de Goldman Sachs han obtenido tras estudiar los costes de más de 100 aplicaciones diferentes de tecnologías para la descarbonización en sectores contaminantes clave, cuyos resultados se han publicado en su informe Carbonomics, centrado en su quinta edición en cómo los aranceles afectan al coste de la descarbonización.

Más allá de plasmar un resultado general, el informe distingue entre las tecnologías más asequibles (como la sustitución del carbón por gas y por sistemas renovables, o la adopción de sistemas agrícolas menos perjudiciales para el medioambiente), y entre las tecnologías más costosas, como el transporte pesado, la industria electrointensiva o el sector residencial y comercial.

Así, las mayores reducciones de costes de descarbonización a nivel global se han dado en el último año en el sector de los vehículos eléctricos, en los biocombustibles —un 40% más baratos— y en la energía solar —un 12% más económica— o la energía solar combinada con almacenamiento de baterías, cuyo coste ha caído un 30%; mientras, los mayores aumentos de precios se han registrado en las tecnologías que, para reducir su huella de carbono, dependen del hidrógeno, como las calderas residenciales o la industria siderúrgica. No obstante, la evolución cambia en función de cada región.

China gana en costes

En líneas generales, el informe compara los costes de fabricación de esas tecnologías verdes de Estados Unidos y de Europa con los de China, potencia a batir en lo que a precios se refiere. Así, por ejemplo, la fabricación de paneles solares en China cuesta 0,15 euros el vatio, frente a los 36 céntimos que conlleva hacer lo mismo en Europa. Esta diferencia de 21 céntimos entre ambas se encuentra principalmente en los gastos de mano de obra, en los servicios públicos que intervienen en su fabricación y en la depreciación de equipos. Según Carbonomis, para que los costes en ambos territorios se equiparasen, el Viejo Continente debería imponer al gigante asiático un arancel del 141% —medida que no defiende ni propone el informe, pero sí resalta—.

Lo mismo ocurre con las baterías, ya sean para el almacenamiento de energía o para la movilidad eléctrica. Mientras que en las primeras existe una diferencia de 105 euros por kilovatio a favor de las chinas, en las segundas es de 29 euros. Con lo cual, los aranceles necesarios para la equiparación de costes deberían ser del 70% y del 40%, respectivamente.

Todas estas diferencias tienen un efecto directo sobre qué se produce en Europa y qué se importa desde otras regiones. Por ejemplo, Europa fabrica por motivos de rentabilidad el 97% de sus turbinas eólicas, el 95% de sistemas de redes eléctricas o del combustible sostenible para la aviación, así como el 92% de sus electrolizadores para la producción de hidrógeno.

Sin embargo, únicamente fabrica el 8% de sus paneles solares frente a aproximadamente un 90% de procedencia china. El caso más flagrante en Europa se da en las baterías destinadas al almacenamiento, que proceden íntegramente de Estados Unidos.

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