
Ya se ha cumplido más de un mes desde que Donald Trump se convirtiera, por segunda vez, en presidente de Estados Unidos. Si su primer día de mandato se caracterizó por la firma de un centenar de órdenes ejecutivas para impulsar la competitividad de la economía estadounidense, en las últimas semanas el anuncio de sus planes arancelarios ha elevado el grado de preocupación ante el temor de que su posible implantación pueda frenar el crecimiento económico mundial y la demanda de energía.
Trump ha impuesto hasta la fecha nuevas sanciones a las exportaciones de crudo de Irán y ha hecho efectivos aranceles adicionales del 10% a China. En respuesta, el país asiático ha aplicado aranceles del 15% sobre el carbón y el GNL y del 10% sobre el petróleo a Estados Unidos. Por su parte, los aranceles del 25% anunciados por EEUU sobre muchas de las importaciones de México y Canadá, con otro arancel del 10% sobre el petróleo canadiense, el gas natural y la electricidad, se retrasan hasta principios de marzo, mientras que el gravamen del 25% que afectaría a todas las importaciones de acero y aluminio a nivel global podrían ver la luz el próximo 12 de marzo. El presidente americano también ha anunciado aranceles recíprocos a los estados que gravan más los productos estadounidenses y del 25% a las importaciones de automóviles. Ambos podrían entrar en vigor a principios de abril.
La preocupación porque se desate una guerra comercial a nivel mundial y el impacto que podría tener en el conjunto de los mercados a nivel global, es más que latente. Pero, de momento, lo único que se puede hacer es esperar. Los mercados están vigilantes y tomarán sus decisiones cuando se produzca algún movimiento, aunque muchos mantienen la esperanza de que el presidente de EEUU levante el pie del acelerador y no lleve a efecto muchas de sus propuestas, tal y como ya ocurrió en su anterior mandato.
En el caso del petróleo, la amenaza arancelaria de Trump ha provocado ciertas variaciones en su cotización. En las tres primeras semanas de febrero el precio medio del barril de crudo Brent ha sido de 75,9 dólares, lo que supone un descenso del 4,25% frente a los 79,27 registrados en el mes enero. La máxima cotización se alcanzó el pasado 11 de febrero, cuando superó los 77 dólares el barril. Por su parte, el precio medio del barril de crudo West Texas Intermediate (WTI) en las mismas semanas de febrero ha sido de 72,21 dólares, un 4,66% menos que los 75,74 dólares de media que se registraron en el mes enero. Su registro más alto también se produjo el pasado 11 de febrero, cuando su precio superó los 73 dólares el barril.
Los analistas de BMI esperan una "volatilidad significativa" en los precios del oro negro en las próximas semanas y meses. Y aunque opinan que algunas medidas arancelarias podrían "presionar al alza los precios del petróleo", el impacto neto probablemente "será bajista por sus efectos adversos sobre la economía mundial". Desde la Agencia Internacional de la Energía (AIE) mantienen la confianza de que los mercados petroleros serán capaces de adaptarse a estos desafíos, tal y como han demostrado en otras ocasiones.
Fin de la guerra de Ucrania
Otro de los anuncios que el presidente de EEUU ha llevado a cabo hace unas semanas, tal y como prometió en su primer día de mandato, es poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania. Los responsables de Exteriores de Washington y de Moscú se reunieron hace unos días en Arabia Saudí, sin la presencia de representantes ucranianos ni europeos, para explorar vías que permitan poner fin a una contienda que estalló hace ya tres años.
El barril de brent reaccionó a la baja tras conocerse la noticia, a lo que también ayudó el dato de inflación estadounidense, que creció un 3% interanual en enero. Los analistas creen que en 2025 habrá una sobreoferta de crudo y que la demanda global será similar a la del pasado ejercicio por la lenta recuperación de la economía china. Por ello, no descartan que el precio del barril pueda bajar hasta los 60 dólares este año, su precio más bajo desde 2021. Desde Wood Mackenzie son más moderados y proyectan unos precios del crudo Brent de 73 dólares por barril de media en 2025.
La Agencia Internacional de la Energía prevé un crecimiento de la demanda mundial de petróleo para este año, situándola en 1,1 millones de barriles diarios, un aumento superior al crecimiento de los 870.000 barriles diarios de 2024. En 2025, el crecimiento estará liderado por China, aunque su participación descenderá del 60% al 19%. India y otras regiones de Asia desempeñarán un papel creciente en la expansión de la demanda, aportando conjuntamente 500.000 barriles diarios.
Desde la AIE afirman que el equilibrio de fuerzas en el mercado petrolero está cambiando, ya que América está desplazando la hegemonía que la OPEP+ ejerció durante décadas, alegando que mientras el grupo de productores liderado por Arabia Saudí y Rusia mantiene restricciones y busca sostener los precios mediante recortes, la producción estadounidense y la de sus vecinos sigue en ascenso. De hecho, la OPEP podría volver a retrasar el final de los recortes de producción de petróleo ante la fragilidad del mercado.
Y, mientras tanto, el presidente de Estados Unidos sigue dando pasos para favorecer la industria de los combustibles fósiles en el país. Recientemente ha creado el Consejo Nacional de Dominio Energético, presidido por el secretario del Interior Doug Burgum, para impulsar la producción y exportación de petróleo y gas en el país. Por otro lado, el mandatario estadounidense ha reautorizado la perforación de petróleo y gas en unos 2,57 millones de kilómetros cuadrados de aguas federales en alta mar, poniendo fin así a la prohibición de Biden.