
De las alcantarillas de Nueva York, salen dos cosas: cocodrilos y vapor de agua. Los primeros son quizá la leyenda urbana más famosa de la metrópolis estadounidense que ha inspirado multitud de contenido, incluidos los cómics de las Tortugas Ninja. El segundo, sin embargo, es completamente cierto: las calles de Manhattan tienen cientos de rincones que expulsan nubes de humo de manera constante y que han sido coprotagonistas de cientos de películas y series ambientadas en la Ciudad que Nunca Duerme.
Los vapores provienen de una red urbana de calor ideada por Thomas Alva Edison, famoso inventor y empresario estadounidense, a finales del siglo XIX. El ingeniero desarrolló la primera central eléctrica de Estados Unidos, alimentada por carbón, en 1882 y la instaló al sur de Manhattan. La alta temperatura de la combustión de carbón vaporizaba el agua a alta presión, la cual movía las turbinas para generar electricidad.
Edison pensó que era un desperdicio tirar todo ese vapor una vez pasaba por las turbinas, por lo que tuvo una idea: ¿y si, en vez de hacer que el vapor regrese a la caldera directamente, aprovechamos para que circule por las casas y caliente los hogares 'gratis'? Dicho y hecho: aprovechando una ventisca que obligó a enterrar los cables de telegrafía destruidos por la nieve, una compañía capitaneada por el ingeniero Birdsill Holly, que más tarde compraría Edison, diseñó e instaló una red de tuberías que nacían de la central eléctrica y distribuían vapor por los edificios del Bajo Manhattan.
Ante el éxito de la idea, el sistema se fue extendiendo con el tiempo. Hoy la red es operada por la empresa eléctrica que fundó el ingeniero, Consolidated Edison, y suministra el vapor a través de cuatro centrales eléctricas desde Battery Park, en el extremo sur de la isla de Manhattan, hasta Central Park a la altura del Guggenheim. El sistema está tan integrado en el urbanismo de Nueva York que alimenta la calefacción de rascacielos tan emblemáticos como el Empire State, el Chrysler o el Flatiron.
El vapor cinematográfico
"Edison fue un precursor en aprovechar el calor residual de una industria para dar calefacción a los vecinos", explica Cristina de Santiago, investigadora del Instituto Geológico y Minero de España especializada en redes urbanas de calor y frío. El ingeniero estadounidense se sumó a una corriente que nació a finales del XIX para aprovechar el calor residual de la industria que rodeaba a las ciudades: los sistemas o redes urbanas de calor (que después incorporarían sistemas de refrigeración).
Entonces, ¿de dónde vienen las nubes que rodean a las alcantarillas de Nueva York tan presentes en películas y series de la Gran Manzana? Justamente de las deficiencias que presentaba el diseño de Edison. De Santiago explica que las redes de vapor, aunque fueron un avance significativo, tenían inconvenientes: la pérdida energética es muy grande y el gas puede producir explosiones debido a la presión. Las 'torres' de vapor que rodean las calles de Nueva York provienen en la mayoría de los casos de fugas del sistema.
Centros de datos para calentar ciudades
Las redes urbanas de calor y frío fueron evolucionando para mejorar la eficiencia y la seguridad del sistema. De Santiago explica que, ya en la primera mitad del siglo XX, se consigue reducir la temperatura para que el agua se encuentre en estado líquido y sirva para calentar con menor riesgo y más eficiencia.
Conforme avanzaron las décadas, las redes han ido mejorando e incorporando distintas fuentes de energía y tipologías de edificios. "Los centros de datos, por ejemplo, necesitan altos niveles de refrigeración; pero se puede aprovechar el calor que emiten sus instalaciones para suministrar calefacción a las viviendas cercanas", explica De Santiago.
Las redes de última generación son el siguiente paso: permiten que la temperatura del agua se mantenga a niveles ambientales. "La evolución tecnológica hace que el agua vaya a menor temperatura, lo que implica menor pérdida energética", indica De Santiago.
Al utilizar la energía resultante de otros procesos, como las centrales eléctricas, los centros de datos o las fábricas, para producir calor en las viviendas y otros edificios comerciales, se pueden eliminar los sistemas de gas natural de las casas y mejorar la aerotermia de los sistemas individuales. Las estimaciones indican que las redes de última generación reducen las emisiones de dióxido de carbono de las ciudades a más de la mitad.
Una vieja mina asturiana guarda un secreto
No solo en Estados Unidos hay ejemplos de redes urbanas de climatización. En el antiguo pozo Barredo de Mieres (Asturias) se encuentra escondido el mayor proyecto geotérmico de España, valorado hasta por la Agencia Internacional de la Energía como uno de los sistemas más innovadores de su tipo.
La antigua mina, cerrada en 1995, supone un desafío logístico para la localidad: la filtración constante de agua obliga a bombearla fuera de la mina para evitar inundaciones o hundimientos del suelo. Al encontrarse en el subsuelo a gran profundidad, el agua se encuentra a mayor temperatura que en la superficie. ¿Por qué no aprovecharlo?
El proyecto actual de climatización de Barredo, gestionado en la actualidad por Hunosa, permite suministrar energía térmica al hospital Álvarez Buylla, al campus universitario de Mieres y a varios edificios residenciales del municipio. La Universidad de Oviedo estima que con este sistema se reduce hasta un 67% las emisiones de gases de efecto invernadero frente a un modelo convencional.
Detrás del pozo Barredo se encuentra la geotermia: la disciplina que aprovecha la mayor temperatura del subsuelo para proveer de energía renovable y eficiente, sea eléctrica o térmica, a la actividad humana. El líder mundial de esta fuente energética es Islandia, que utiliza la actividad volcánica de la isla para suministrar calor y electricidad al país.
En España hay varios proyectos de energía geotérmica, pero como aclara De Santiago, el país se encuentra muy atrás en esta tecnología. Recientemente, se han iniciado prospecciones en Madrid para aprovechar antiguos pozos petrolíferos como fuente de energía geotérmica. En paralelo, se está desarrollando 'Madrid Subterra': un proyecto para aprovechar la energía del metro, los túneles de la M30 y otras infraestructuras para proveer de calefacción y refrigeración a la ciudad, al mantenerse el aire a temperatura constante. Similares proyectos se están desarrollando en el resto del país, aunque ninguno plantea nubes de vapor y ágiles tortugas mutantes saliendo de las alcantarillas.