
La inminente vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca está provocando cierta inquietud. Algunas de las medidas que, previsiblemente, pondrá en marcha el empresario durante su segundo mandato como presidente de Estados Unidos, tal y como ya anunció en campaña electoral, tendrá, a juicio de los expertos, profundas implicaciones en la geopolítica y economía mundial, y en todo lo relacionado con la transición energética y la lucha contra el cambio climático -no solo para el país sino también a nivel global-, asuntos estos últimos sobre los que ya demostró su posición durante su primer mandato.
Es más que probable que una de sus primeras decisiones como presidente sea la retirada de EEUU del Acuerdo de París, algo que ya hizo en su anterior mandato y que Biden se ocupó de revertir cuando llegó a la Casa Blanca.
Una decisión que, según apuntan los expertos, podría desincentivar a otros países a cumplir sus metas climáticas, lo que sin duda repercutiría negativamente en lograr el objetivo de evitar que la temperatura del planeta aumente por encima de los 2°C con respecto a la etapa preindustrial. Y es que, para Donald Trump, "el cambio climático es el mayor engaño de todos los tiempos". Una afirmación que parte, precisamente, de la persona que liderará el segundo país que más emisiones de gases de efectivo invernadero emite después de China.
Uno de los puntos fuertes en política energética será el apoyo al sector de los hidrocarburos. El petróleo y el gas recuperarán un protagonismo aún mayor si cabe, especialmente el fracking, con el objetivo de convertir al país en una economía energéticamente autosuficiente.
De hecho, los datos actuales son más que sobresalientes. Los niveles de producción de gas natural y de petróleo están marcando niveles récord: la producción petrolera supera actualmente la barrera de los 13 millones de barriles diarios y, por lo que respecta al gas, este tipo de combustible ha llevado al país a convertirse en el principal exportador mundial de gas natural licuado (GNL) en 2023.
La elección de Chris Wright, director ejecutivo de Liberty Energy (una de las principales compañías de petróleo y gas de EEUU) como próximo secretario de Energía y la de Doug Burgum, gobernador de Dakota del Norte (tercer productor de petróleo de EEUU), como secretario del Departamento de Interior (fue uno de los políticos que se posicionó contra la pausa temporal para explorar y producir petróleo y gas en tierra federales), reafirman la apuesta de Trump por los combustibles fósiles.
Burgum presidirá el Consejo Nacional de Energía, del que también formará parte Wright. Una nueva institución que estará integrada, tal y como ha afirmado el propio Trump, "por todos los departamentos y agencias involucrados en la concesión de permisos, producción, generación, distribución, regulación y transporte de todas las formas de energía".
Uno de los asuntos del que Burgum se ocupará es levantar la suspensión temporal para otorgar nuevas licencias para exportar GNL que la administración Biden dispuso en enero de 2024 con el objetivo de analizar el impacto de dichas exportaciones en la economía del país, la seguridad energética y el medio ambiente.
El Departamento de Energía inició, en ese momento, una revisión de los anteriores estudios que respaldaban los envíos de gas natural a diferentes regiones del mundo. Casi un año después, el nuevo informe ha llegado y el contenido es muy claro.
El documento refleja que las exportaciones actuales de GNL son más que suficientes para satisfacer la demanda mundial en las próximas décadas, de manera que levantar completamente las restricciones, provocaría que los precios de la energía en Estados Unidos se disparen un 30%. Este aumento de los precios, indica el documento, no solo afectaría a las familias, sino también al sector industrial. El informe también señala que si la potencia exportadora de Estados Unidos se libera sin control, unos precios más bajos a nivel mundial desplazarán a las renovables en otras naciones, llevando a un aumento de las emisiones globales y provocando un paso atrás en la lucha contra el cambio climático.
¿Retroceso en renovables?
El despliegue de renovables en Estados Unidos podría verse afectado si Donald Trump decide eliminar los fondos que la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) ha destinado al desarrollo de este tipo de proyectos. Promulgada en agosto de 2022 para combatir el aumento de los precios y el cambio climático, la IRA contempla préstamos y subsidios millonarios, así como exenciones fiscales de gran calado para la industria verde y del vehículo eléctrico, bajo la condición de que muchos de estos bienes sean fabricados en el país.
Los expertos creen que el número de proyectos y de puestos de trabajo que se han puesto en marcha en estos dos años en el sector de las energías limpias, avala con creces el éxito de esta Ley, de manera que opinan que Trump no la derogará, sino que, en todo caso, hará algunos ajustes.
No obstante, el nombramiento de Lee Zeldin, excongresista de Nueva York, para dirigir la Agencia de Protección Ambiental (EPA), no aporta buenos augurios. Zeldin, que ha manifestado que ayudará a reducir los excesos regulatorios, revitalizará la industria automotriz y convertirá al país en líder mundial en IA, votó en su momento contra la IRA. En relación a los excesos regulatorios, Trump ha prometido agilizar los permisos a cualquier empresa que invierta más de 1.000 millones de dólares en el país.