
Uno de los grandes retos de la descarbonización es recortar las poluciones del parque de vivienda. En la UE representan más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero y, en España, el 30% de la demanda energética. Una de las fórmulas para disminuir el impacto de los hogares es electrificar su consumo, principalmente a través de la sustitución de las instalaciones de calefacción y agua caliente, es decir, sustituir el gas por otros sistemas alternativos, como las aerotermias. No obstante, un estudio de la Fundación Naturgy y Frontier Economics afirma que esta transformación plantea un reto adicional, ya que calcula que la suma de los picos de demanda que generaría electrificar la totalidad de las casas españolas, así como las necesidades adicionales del sistema eléctrico, generarían una necesidad total de 70 gigavatios (GW) de producción eléctrico.
De facto, esto supondría prácticamente duplicar la oferta actual de energía renovable solo de cara a satisfacer la nueva demanda de los hogares, que a cierre de 2023 se elevó a los 76 GW, según los datos de Red Eléctrica. Por contra, la última actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) augura que las instalaciones de energía solar y eólica crecerán 48,9 GW hasta el año 2030.
Este incremento se debe a que gran parte del consumo de los hogares está ligado a los combustibles fósiles. Según indica la Fundación de la gasista, suponen un 63% del consumo de los edificios y se emplean, principalmente, para calefacción y agua caliente sanitaria.
Merced a este perfil de gasto, el uso energético de los hogares se concentra en invierno. Sin embargo, las renovables dependen de las condiciones climatológicas para producir a pleno rendimiento, es decir, requieren de luz solar o viento para poder actuar de manera efectiva, lo que se complica en la época invernal, sobre todo, para la energía fotovoltaica.
Con estos mimbres, la fundación Naturgy calcula que sería necesario almacenar parte de la energía para poder volcarla al sistema en los momentos de mayor necesidad. Así, si se electrificase todo el consumo de combustibles fósiles de los edificios en nuestro país, sería necesario almacenar en torno al 44% del mismo. Además, en diciembre cuando el desajuste entre la generación renovable y la demanda eléctrica es mayor, el consumo de electricidad almacenada sería más de la mitad (57%) de la demanda eléctrica, según los datos recopilados de 2022.
Por otro lado, la electrificación total del consumo energético de los edificios también desencadenaría en un aumento de la demanda punta del sistema, lo que incrementa las necesidades de capacidad de energía firme que garanticen el abastecimiento de dicha demanda. En concreto, la electrificación del consumo fósil de los edificios generaría una demanda punta adicional en torno a 28 GW, lo que supone un 67,5% del consumo energético punta actual.
Desde la Fundación Naturgy abogan por el despliegue en paralelo de soluciones de electrificación de gases renovables como el biometano o el metano sintético, que pueden utilizar la infraestructura actual de gas natural sin necesidad de adaptar el sistema.
Ganar competitividad
La puesta en marcha de un sistema de aerotermia oscila entre los 12.000 y 15.000 euros, según las estimaciones del sector, aunque tiene un coste de operación menor al de las calderas de condensación.
Los costes han sido uno de los lastres de la generalización de estos sistemas. Un estudio de Sedigas y la consultora ADL estima que el número de subvenciones destinadas a la sustitución de equipos de calefacción en Madrid entre 2021 y 2023 fueron a parar a los siete distritos de mayor renta, como son Chamartín, Moncloa-Aravaca o Salamanca.
Este esfuerzo económico ha llevado a muchas firmas a tratar de implementar soluciones para recortar el precio de los sistemas de aerotermia. Por ejemplo, Iberdrola ha unido las distintas subvenciones y ayudas para la instalación sistemas de aerotermia y pagará hasta un 25% de los costes de sustitución de las calderas de gas por los sistemas de calefacción eléctricos.