
El cuarto de baño es una de las estancias de la casa más sensibles al frío en los meses de otoño e invierno. Por lo general, este cuarto dedicado al aseo suele contar con suelos más fríos (y fáciles de limpiar) y con ventanas menos aislantes. Pero, sobre todo, es una zona en la que nos quitamos la ropa, nos duchamos y secamos, siendo todo el proceso del baño o ducha un momento en el que se puede padecer más frío de lo normal.
Para compensar este descenso térmico, se puede recurrir a aparatos portátiles, como estufas, o se puede hacer uso de sistemas fijos de calefacción. Esos, al no poder moverse a nuestro antojo, deben estar ubicados en la mejor zona posible.
Según explican desde Consumer, el blog de Eroski, "se debe tener en cuenta que las aberturas es por donde más fácil y rápidamente se pierde el calor del interior de las estancias". Por ello, los expertos del blog recomiendan que la instalación de un radiador se haga siempre debajo de la ventana. "De esta forma, el aire caliente que sube desde la calefacción se encuentra con el aire más frío de la ventana y aumentará su temperatura, y así podrá calentar luego el resto de la estancia", explican.
Por el contrario, si se coloca el radiador en una pared enfrentada a la ventana, se producirá un encuentro entre el aire frío y el caliente en la mitad de la habitación, ocasionando que el radiador necesite más tiempo (y energía) para calentar el cuarto.