
Tras el enorme rebote de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que expulsó el sistema energético de todo el mundo en 2021, con un incremento del 6%, muchos analistas preveían otro gran incremento este año azuzado por las tensiones en el sector causadas por la guerra en Ucrania. Sin embargo, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) hizo público un primer análisis el pasado mes de octubre y sus previsiones son que aunque seguirán incrementándose, el crecimiento será de un poco menos del 1%, apuntando directamente a la fuerte expansión de las energías renovables y de los vehículos eléctricos, que evitan "un aumento mucho más acusado".
El CO2 es el principal gas de efecto invernadero y su acumulación en la atmósfera está detrás del proceso de calentamiento que sufre el planeta y que lleva a un incremento de las temperaturas medias y de los fenómenos extremos. Por eso, reducir las emisiones de este gas está en el centro de las políticas climáticas internacionales. A su vez, el sector energético -incluyendo la producción de electricidad, el transporte y los procesos industriales- es el principal emisor de todos, con más de dos tercios del total mundial.
El análisis elaborado por la AIE en el que se avanzan las previsiones para este año tiene un tono optimista. "Estas emisiones de CO2 están en camino de aumentar en cerca de 300 millones de toneladas en 2022", lo que implica una subida "mucho menor" que la del pasado ejercicio, cuando se rozó un incremento de 2.000 millones "como resultado de la rápida recuperación mundial de la crisis económica provocada por la pandemia". Los principales responsables de ese casi 1% de aumento previsto para 2022 son el incremento de la generación de energía y el sector de la aviación, "ya que los viajes aéreos se recuperan de los mínimos de la pandemia".
Este año las previsiones más sombrías apuntaban a una subida parecida debido a la guerra en Ucrania. "Aunque la crisis energética provocada por la invasión rusa de Ucrania ha impulsado la demanda mundial de carbón en 2022 al hacer que el gas natural sea mucho más caro, el aumento relativamente pequeño de las emisiones del sector del carbón se ha visto superado considerablemente por la expansión de las energías renovables". La AIE también reconoce que la guerra ha impactado en las expectativas de crecimiento económico, especialmente en Europa.
Pero, aun así, la agencia se muestra moderadamente optimista debido a que la intensidad de CO2 del suministro de energía -la cantidad de emisiones que se producen para generar la energía- mejorará ligeramente en 2022, con lo que se reanuda "una tendencia de años de mejora constante que se vio interrumpida el año pasado por la recuperación económica" tras la crisis de covid.
"La mejora esperada de este año contrasta con lo que sucedió después de la crisis financiera mundial de 2008, que vio fuertes deterioros en la intensidad de CO2 del suministro de energía durante varios años después del shock económico", aclara la AIE. Y sus analistas apuntan a las renovables y a los coches eléctricos. Sin el avance que se está produciendo en ambos casos "el aumento de las emisiones globales de CO2 este año sería mucho mayor, más del triple, hasta alcanzar cerca de 1.000 millones de toneladas".
"La crisis energética mundial desencadenada por la invasión rusa de Ucrania ha provocado una lucha de muchos países para utilizar otras fuentes de energía para reemplazar los suministros de gas natural que Rusia ha retenido del mercado. La noticia alentadora es que la energía solar y eólica están llenando gran parte del vacío, y el aumento del carbón parece ser relativamente pequeño y temporal", sostuvo a través de un comunicado el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol.
"Esto significa que las emisiones de CO2 están creciendo mucho menos rápido este año de lo que algunas personas temían, y que las acciones políticas de los gobiernos están impulsando cambios estructurales reales en la economía energética", añadió.
Europa y China
Por regiones, la AIE prevé que las emisiones de la Unión Europea caerán este año a pesar de un aumento del uso del carbón. "Se espera que el aumento en el uso de carbón en Europa sea temporal, con una sólida cartera de nuevos proyectos renovables", añade el análisis de la agencia. En China, la previsión es que las emisiones se mantengan planas este año, debido a "un crecimiento económico más débil, los impactos de la sequía en la energía hidroeléctrica y los importantes despliegues de energía solar y eólica".
Además de por la guerra y la sequía histórica en una parte importante del hemisferio extratropical, el incremento en el uso del carbón y el petróleo este año también se ha visto impulsado por los problemas del sector nuclear. "El suministro mundial de electricidad de bajas emisiones ha sufrido un revés debido a una serie de interrupciones en las plantas de energía nuclear", explica la AIE. Esto se ha debido en gran medida a que más de la mitad de la flota de reactores nucleares de Francia estuvo fuera de servicio durante gran parte del año, suponiendo que se acabase recurriendo a un mayor uso de carbón y petróleo para la generación de electricidad.
Pero, aunque se pueda considerar una buena noticia el moderado incremento de las emisiones, no basta con eso si se quiere que el calentamiento se quede dentro de los márgenes de seguridad que establece la ciencia. El calentamiento global debido a los gases de efecto invernadero de origen antropogénico está ya en unos 1,1 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales. Y el Acuerdo de París establece que se debe quedar entre los 1,5 y los 2 grados centígrados. Para ello, los Gobiernos de todos los países deben presentar planes climáticos ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que lleven a que las emisiones globales sean cercanas a cero a partir de la segunda mitad de siglo.
La primera parada en esa ruta es 2030, cuando las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero deberán reducirse en un 43% respecto a los niveles de 2019, según el último informe del IPCC (el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático). En estos momentos, los planes de todos los países llevarán a una reducción de aproximadamente el 7% en 2030, según un análisis realizado por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés).
Por eso no basta con que el crecimiento de las emisiones se modere, se necesitan recortes drásticos durante esta década decisiva. Según los últimos cálculos de la ONU, los planes de los países pueden llevar a un incremento que ronde los tres grados, con lo que se multiplicarían los fenómenos extremos.
Eólica y solar baten récords
Tal y como menciona la AIE, la energía solar fotovoltaica y eólica están liderando un aumento en la generación global de electricidad renovable en 2022 de más de 700 teravatios hora (TWh), el mayor aumento anual registrado hasta el momento.
Sin este aumento, las emisines globales de CO2 serían más de 600 millones de toneladas más altas este año. El rápido despliegue de la energía solar y eólica está en camino de representar dos tercios del crecimiento en la generación de energía renovable.
Por otro lado, a pesar de la difícil situación a la que se ha enfrentado la energía hidroeléctrica en varias regiones debido a las sequías de este año, la producción mundial de energía hidroeléctrica ha aumentado contribuyendo con más de una quinta parte del crecimiento esperado en energía renovable.
Se espera que el uso mundial de gas natural disminuya tras la invasión rusa de Ucrania, lo que resultará en una disminución de las emisiones de CO2 de alrededor de 40 millones de toneladas en 2022.
Si bien la generación de electricidad a partir de energía eólica y solar fotovoltaica está creciendo mucho más que cualquier otra fuente en 2022, se espera que el carbón registre el siguiente aumento más grande a medida que algunos países vuelven al uso del carbón en respuesta al alza de los precios del gas natural.
En total, las emisiones globales de CO2 de la generación de energía a base de carbón crecerán más de 200 millones de toneladas, o un 2%, este año, lideradas por aumentos en Asia.
La incertidumbre en los mercados mundiales de gas natural seguirá dando forma a muchas tendencias energéticas clave durante el resto de este año y el próximo 2023, incluso 2024. Sin embargo, en 2022 son evidentes los signos prometedores de cambios estructurales duraderos en la intensidad de CO2 de la energía mundial, y se espera que se cumplan, reforzados por importantes aumentos en el apoyo gubernamental a la inversión en energías de origen limpio, en particular en la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos, así como en planes de descarbonización como el paquete Fit for 55 para los Estados miembros de la Unión Europea y el plan de Transformación Verde (GX) de Japón, y en ambiciosos objetivos de energía limpia en países como China y la India.