
Jersón vuelve a ser ucraniana y, desde Estados Unidos, el rumor de que ya toca pasar del campo de batalla a las mesas de negociación está ganando en intensidad. De forma pública y privada, diferentes personalidades en Washington se han mostrado favorables a que el presidente Volodímir Zelenski comience a negociar una paz que permita al mundo tomar aire tras meses de sanciones, guerra económica y problemas de suministro energético.
Mark Milley, presidente del Comité Conjunto de de los Jefes del Estado Mayor y jefe en la práctica del ejército estadounidense, dijo ante el Club Económico de Nueva York que "tiene que haber un reconocimiento mutuo que tal vez no se pueda lograr por métodos militares" a lo que concluyó diciendo que, tras la toma de Jersón "hay una ventana de oportunidad para la negociación". El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha confirmado este lunes la existencia de conversaciones ruso-americanas en Ankara, bajo el amparo del Gobierno turco, que lleva toda la guerra haciendo de mediador en los pocos acuerdos celebrados entre las dos partes beligerantes.
EEUU ha dejado claro que no habrá ninguna negociación posible para poner fin a la guerra sin la presencia de Ucrania en la mesa, pero desde todo tipo de medios, como el Wall Street Journal, Reuters o el Washington Post, se anuncia que Joe Biden está presionando al Gobierno de Zelenski para que se abra a una negociación sincera con Rusia. Una postura hasta la fecha impensable y que está sacudiendo los mercados del gas, optimistas ante la posibilidad de que pueda haber un deshielo en el conflicto.
El precio del gas llegó a retroceder en la sesión del viernes más de un 13%, rompiendo la barrera de los 100 euros y llegando hasta los 98,2 euros por megavatio hora. En el total de la semana pasada se ha perdido un 15%. Los expertos aludían al retroceso ruso en Jersón y a una estrategia europea más coordinada respecto al mecanismo del tope al precio del gas.
Este lunes ha vuelto a subir por encima de los 100 euros tras una subida de hasta el 10% debido a avisos de bajas temperaturas en Alemania y el norte de Europa, además de anuncios de interrupciones en el suministro energético de Noruega por "problemas de procesado" en sus plantas de gas. El invierno ya está acechando y el mercado energético vive momentos convulsos con cambios muy bruscos de precio.
Ucrania ya ha respondido ante esta posibilidad, aunque aún quede mucho camino por recorrer. Ante las informaciones de las presiones de Washington para la paz, Myjailo Podolyak, alto funcionario ucraniano, comentaba en Twitter que ellos nunca se habían cerrado a esta posibilidad y que lo harán, pero no con Vladímir Putin, sino con su sucesor. El motivo para rechazar un acercamiento con el actual líder ruso es porque, según este alto cargo, "Putin no está listo claramente y por eso creemos que hablaremos con el próximo líder".
La paz está aún lejos
Aun así, las espadas siguen en todo lo alto y, pese a la cercanía del invierno, tanto Rusia como Ucrania tienen la esperanza de avanzar en las próximas semanas. Rusia, en un intento de deshacerse de la inercia derrotista de los últimos meses, ha lanzado una nueva ofensiva contra Bajmut, en Donetsk, donde lleva meses estrellándose contra las defensas ucranianas en lo que cada vez parece más un 'nuevo Mariúpol', por el nivel de destrucción que está sufriendo la ciudad.
Ucrania, por su parte, está reforzando estos días sus ofensivas en el noreste, en Lugansk, donde quiere recuperar las ciudades clave de Kremina y Svatove, dos centros neurálgicos de la logística rusa a las que se retiraron los soldados rusos tras la ofensiva ucraniana relámpago en Járkiv y Liman. Una victoria ucraniana allí abriría la puerta a recuperar todo el noreste del país, ya que en Lugansk los rusos se han concentrado en reforzar las fronteras del territorio que conquistaron en 2014 y han dejado casi indefenso todo lo capturado en la invasión de este año.
El objetivo de Ucrania, que no abandona su deseo de recuperar el territorio que Rusia le arrebató en 2014, Crimea incluida, es demostrar a EEUU y sus aliados que el invierno no tiene por qué suponer la parálisis total de las ofensivas ucranianas. Y el país de Vladímir Putin, que también está empezando a indicar su disposición a negociar, quiere demostrar que siguen siendo capaces de conseguir victorias militares para mejorar las cartas disponibles en caso de sentarse a la mesa con los que ha llegado a llamar "nuestros compañeros ucranianos".
Las buenas noticias para Ucrania es que los resultados de las elecciones estadounidenses del pasado martes, en las que los demócratas mantienen el Senado y los republicanos apuntan a ganar solo una minúscula mayoría en la Cámara de Representantes, han dejado sin fuerza a los conservadores más 'trumpistas' que apostaban por dejar de apoyar financiera y militarmente al Gobierno de Zelenski. El inesperado respaldo electoral a Biden garantiza al menos dos años más de sostén estadounidense a Ucrania. Casualmente, Putin ordenó la retirada de Jersón justo después de conocer esos resultados. Quizá ese sea el primer paso para impulsar una salida negociada.