La compañía eléctrica finlandesa Teollisuuden Voima Oy (TVO) ha puesto en marcha este martes su nuevo reactor nuclear Olkiluoto 3 (OL3), lo que supone un paso previo a la culminación de un proyecto que acumula no solo 13 años de retraso sino sobrecostes multimillonarios.
OL3, construido por un consorcio formado por el grupo francés Areva y el alemán Siemens, es el quinto reactor nuclear del país nórdico y, una vez alcance su pleno funcionamiento, generará cerca del 14% de la electricidad de Finlandia.
Según ha explicado el director del proyecto, Jouni Silvennoinen, la nueva planta, con una potencia de 1.650 megavatios (MW), comenzará a generar electricidad al 30% de su capacidad a finales del próximo enero (aproximadamente 500 MW) y aumentará gradualmente su potencia hasta alcanzar la producción regular en junio de 2022.
Marjo Mustonen, vicepresidente de TVO, ha indicado en un comunicado que "OL3 refleja un fuerte profesionalismo nuclear y la voluntad de hacer realidad el mayor acto en favor del clima de Finlandia". Y es que la celebración no es para menos.
13 años de pesadilla y pleitos
Las obras de construcción se iniciaron en 2005. Entonces, Olkiluoto 3 simbolizó el inicio de una nueva era en la generación de energía atómica, al incorporar el primer Reactor Europeo Presurizado (EPR) del mundo. Se trataba de la primera central nuclear que se construía en un país occidental desde la catástrofe de Chernobil (Ucrania) de 1986, que llevó a muchos gobiernos a aprobar el cierre paulatino de sus plantas atómicas.
Pasaron lo años desde el accidente y la crisis climática volvió a poner sobre la mesa la alternativa nuclear por su eficiencia energética y sus reducidas emisiones de CO2; países como Francia, Reino Unido y China optaron por construir nuevas centrales atómicas con tecnología EPR. La nueva 'era' nuclear se convertiría, sin embargo, en una pesadilla para el consorcio contratista Areva-Siemens.

Numerosos contratiempos, errores de cálculo y fallos en la construcción desde el inicio de las obras dieron al traste con los planes iniciales, que pasaban por finalizar el proyecto en 2009 a un precio prefijado en 3.000 millones de euros. La realidad ha sido otra: 13 años de construcción más de lo previsto y un coste final estimado en torno a 11.000 millones de euros.
Los continuos retrasos provocaron un contencioso legal entre TVO y el consorcio contratista, que se culparon mutuamente de que el proyecto se eternizara y llevaron el conflicto a la Cámara Internacional de Comercio (ICC). Finalmente, recogen medios locales, las partes llegaron a un acuerdo para cerrar el contencioso y pactaron repartirse los sobrecostes, de modo que TVO deberá abonar 5.700 millones de euros por la nueva planta nuclear, casi el doble del precio inicial, y Areva-Siemens el resto.