Empresas centenarias

Un siglo de turbulencias para las finanzas españolas

  • El sector banca y seguros hacen frente al reto de la digitalización
Fuente: Unespa, 2019.

La evolución de la banca española en los últimos años ha seguido la tendencia transformadora de la industria en el ámbito mundial, con la digitalización como primer motor de cambio. Muy distinta era su situación en las primeras décadas del siglo pasado, cuando unos pocos grandes grupos comenzaban a escribir la historia financiera de nuestro país.

Ligada a las ciudades económicamente más prósperas por el momento, el sector se nutría de la riqueza, principalmente, de Barcelona, Madrid y Bilbao. Tal y como señala Javier Pueyo en El comportamiento de la gran banca en España (1921-1974) -de la serie Estudios de historia económica del Banco de España-, "hasta los años 20, la banca catalana se especializó en la intermediación bursátil", mientras que Bilbao daba servicio financiero a las empresas vascas industriales, y Madrid se centraba en la banca comercial y en captar el negocio de las entidades locales del resto del país.

Sin embargo, tal y como explica Pueyo, la aceleración económica de esta década pilló desprevenida a la banca catalana, mientras que en Bilbao solo salieron ilesos aquellas entidades industriales que habían captado recursos ajenos. "Los bancos madrileños, en cambio, se encontraron con que habían elegido la vía óptima para el crecimiento a largo plazo", explica Pueyo.

El sector se perfila en 1920

A principios de los años 20, los bancos de Bilbao, Vizcaya, el Español de Crédito (Banesto), el Central, el de Urquijo y el Hispano Americano eran las entidades más grandes en nuestro país. Estas convivían también con otras firmas que más adelante confirmarían su papel protagonista en la historia financiera española, como el Santander, Sabadell, Popular o la caja de ahorros laCaixa.

La actual estructura del sector financiero de nuestro país proviene de este esquema, con una historia de fusiones y adquisiciones que ha constituido las grandes corporaciones que conocemos ahora.

Entre estos procesos destaca, en 1988, la fusión del Banco de Bilbao y el de Vizcaya. Diez años más tarde, integran también la banca pública Argentaria -que había sido creada por el Gobierno de Felipe González en 1991-, conformando el actual BBVA, segunda entidad financiera española por volumen de activos.

En 1991 hacen lo propio también el Banco Central y el Hispano Americano, que se unen en 1999 al Santander. En el año 2013, Grupo Santander completa también la fusión por absorción de Banesto y, en 2018, la del Popular, por lo que ambas entidades pasan a formar parte de la que es la entidad financiera española líder en la actualidad.

Por su parte, el Banco de Urquijo fue adquirido en 2006 por el Sabadell, una operación que se concluyó en 2013, también con una fusión por absorción.

En la actualidad, a estos tres grupos se suman también CaixaBank, BFA-Bankia, Abanca, Ibercaja, Unicaja, Liberbank y Kutxabank, así como otras entidades de menor tamaño. Estas nacen como consecuencia de la Ley de Cajas de Ahorros y Fundaciones Bancarias (Ley 26/2013, de 27 de diciembre), puesta en marcha tras la crisis financiera de 2008. De este modo, en 2010 existían 45 cajas de ahorros que inician un proceso de concentración y reestructuración.

En 2011 se constituye de esta forma CaixaBank, tercera entidad financiera española y primera de Cataluña, gracias a la aportación del negocio bancario de la Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona (laCaixa).

Relación de la banca y seguros

En el mercado financiero convive, junto a la banca, el sector asegurador. El trabajo Investigaciones históricas sobre el Seguro español, de Fundación Mapfre, explica la presencia que las entidades bancarias tienen en el seguro en nuestro país. En 1922, de un total de 84 compañías aseguradoras existentes, 10 contaban con consejeros comunes con diferentes bancos. "En la década de los 80 es cuando comienza una entrada masiva de capital bancario que se acrecienta en la década de los 90", se explica en el estudio de Fundación Mapfre, donde se subraya la independendencia tajante con la que se gestionan ambos negocios, a pesar de esta complementariedad.

Si se pone el foco en el desarrollo de los seguros en España, y aunque la historia de esta industria en nuestro país arranca en la Edad Media, no es hasta el inicio de las relaciones comerciales con las colonias cuando comienza a consolidarse de la forma en la que lo conocemos ahora.

Más adelante, a mediados del siglo XIX, aparecieron empresas muy relevantes en la historia del sector, como La Unión y el Fénix Español, la Catalana de Incendios, o el Banco Vitalicio.

Además, tal y como recoge el libro Historia del Seguro de España, editado por Fundación Mapfre, el crecimiento económico del siglo XX propició el crecimiento notable del sector asegurador, cuando nacieron compañías como Mapfre, la Mutua Madrileña Automovilista, La Estrella, La Equitativa, o Plus Ultra. Más concretamente, según recoge este análisis, el despegue de esta industria, tal y como se conoce hoy en día en España, puede fecharse en 1935, cuando las primas superaron el 1 por ciento del PIB a precios de mercado.

Los años de la guerra y el periodo inmediatamente posterior supusieron la paralización de los seguros, tal y como ocurrió a la mayoría de industrias. A mitad de siglo, el crecimiento del sector del automóvil daba un impulso a las aseguradoras, aunque la inestabilidad regulatoria impedía lograr los resultados deseados, pese a los esfuerzos de empresarios y patronales. Más adelante, el seguro de vida, salud, multirriesgos y asistencia en viaje completarían la oferta principal de la industria.

El verdadero cambio llegaría en 1986, con la entrada de España en la comunidad Económica Europea. En estas fechas aterrizaban en en nuestro país compañías extranjeras, como AXA, Allianz o Generali, mientras que Mapfre confirmaba su posición de liderazgo.

Por otro lado, tal y como explica Unespa en su informe Estamos Seguros los ramos de contrato más importantes en 2018 fueron en de automóvil, con contratos por valor de más de 31 millones de euros, vida (29,9 millones), multirriesgos (21,5 millones), decesos (21,7 millones), accidentes (10,5 millones) y salud (12,1 millones).

Además, el año pasado, el 4,3 por ciento del total del presupuesto de las familias se destinó a la contratación de seguros para la cobertura de riesgos. El 44 por ciento del gasto doméstico en esta industria se lo llevan los seguros de automóvil, frente al 22 por ciento de los de enfermedad y accidente, el 18 por ciento de vivienda principal y el 13 por ciento de decesos.

Nuevos retos para la industria

Según datos de ICEA (Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones), el sector asegurador supuso, en cuanto a recaudación, más del 5 por ciento del PIB español a cierre de 2018. La industria aún tiene por delante afrontar retos como la digitalización, que puede suponer también una oportunidad en cuanto a surgimiento de nuevas oportunidades de negocio. En este sentido, los riesgos intangibles empresariales y los cibernéticos son dos ramas que los seguros van cubriendo poco a poco.

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