Juan Ignacio Camell, director de Accidentes y Salud de AIG para España, ahonda en el impacto que la pandemia de Covid-19 tiene en los viajes de negocios.
Supongo que puede resultar extraño escribir un artículo sobre viajes de negocios cuando estos se han visto reducidos a la mínima expresión a causa de la pandemia, y más relacionarlos con la episteme, entendido este concepto por su primera acepción en el diccionario de la RAE: "Conocimiento exacto".
Sin embargo, creo que es un buen momento para poner de relieve los riesgos que habrán de afrontar las empresas que tengan a trabajadores desplazados por el mundo, dado que, con la administración masiva de las vacunas en los países occidentales y la recuperación económica en curso, lo lógico es que vuelvan a aumentar.
Es cierto que todo hace sospechar que no se va a volver a la situación anterior a 2020, cuando, por poner un ejemplo, eran frecuentes viajes a cientos de kilómetros para tener una reunión de apenas una hora. Algo que en los últimos meses se ha demostrado que se puede solucionar en muchos casos a través de una simple videoconferencia. Lo más probable es que en la economía pospandemia los viajes sean menos, pero de más larga duración, porque se intentarán realizar más gestiones en cada desplazamiento. Por supuesto, siempre habrá empresas que por su actividad específica deberán desplazar a sus trabajadores al terreno el tiempo que haga falta.
En este nuevo escenario, ¿a qué riesgos se van a enfrentar esos empleados? Pues hay que decir que se van a encontrar con los mismos riesgos que había antes y que afrontaron las aproximadamente 2.500 empresas españolas que se han internacionalizado en los últimos 20 años. Con la diferencia de que en estos momentos son, si cabe, más graves. La experiencia que hemos vivido en todo el mundo ha provocado que estemos en un entorno más vulnerable, más complejo, más ambiguo y más incierto, especialmente en zonas de interés para las empresas españolas. Por poner varios ejemplos, es probable que a la vuelta del verano EEUU y los países europeos tengan un alto índice de ciudadanos vacunados, pero la situación no será similar en otras regiones del planeta, destinatarias de muchos de esos empleados desplazados. Regiones en las que, además, se han incrementado las tensiones sociales, inseguridad y la violencia.
Y aquí es donde entra en juego la episteme o, más bien, el concepto de seguridad epistémica. Todos tenemos tal exceso de información que, en muchos casos, alcanza la saturación. Además, cada vez somos más proclives a aceptar la información procedente de fuentes que comparten nuestras ideas y puntos de vista, rechazando ese conocimiento exacto que define a la episteme, lo que, a la postre, erosiona la verdad y produce una enorme masa de insatisfacción a nivel mundial y de escepticismo creciente, que acaba llevando a desobedecer a las autoridades, también a las sanitarias, y, por tanto, afectando a la seguridad.
Por las citadas circunstancias, la responsabilidad de las empresas para cumplir con el Duty of Care, o deber de cuidado, para con sus trabajadores desplazados ha aumentado y será muy importante para ellas contar con acompañantes experimentados que puedan asumir la transferencia de esos riesgos. Quienes mejor pueden ayudarles a hacerlo, para que ellas no pierdan ni un minuto y puedan dedicarse a su negocio, son las compañías de seguros con demostrado conocimiento y trayectoria a través de las pólizas de Asistencia en Viaje de Negocios.
Ellas saben que unos de los asuntos que más preocupan a quienes se tienen que desplazar a otro país, y más ahora, son los sanitarios, por lo que es muy importante disponer de coberturas con gastos médicos ilimitados, incluida la evacuación en ambulancia aérea si fuese preciso. El asegurado debe saber que siempre se le va a poder poner a salvo, incluso aunque esté desarrollando su trabajo en zonas donde las infraestructuras sanitarias no permitan atenderle de manera adecuada, y tener la tranquilidad de que va a disponer de asistencia telefónica las 24 horas del día. Como también es fundamental que incluyan los gastos de repatriación en caso de necesidad, dado que muchas veces el trabajo se desarrolla en zonas que son auténticos polvorines en los que se pueden producir estallidos sociales, guerras o revoluciones de la noche a la mañana.
Igualmente, hay que contar con una buena cobertura de responsabilidad civil personal a nivel jurídico, de gastos legales, de cancelación, de acortamiento o modificación del viaje, de robo, de hurto o desperfectos a los efectos personales, de robo de dinero, de uso fraudulento de las tarjetas o del móvil, o, en casos de crisis, de secuestro, extorsión y detención ilegal. Y, en las actuales circunstancias, con muchos países en los que, como decía más arriba, existe una gran lentitud en la administración de las vacunas y, por tanto, lo lógico es que la pandemia perdure más en el tiempo es aconsejable, a la hora de contratar un seguro de este tipo, que la póliza incluya indemnización por hospitalización y/o cuarentena por enfermedad infecciosa específica.
Se trata de peligros que pueden parecer exagerados o poco habituales, pero quienes nos dedicamos a esto sabemos que ocurren con más frecuencia de lo que se cree y prevemos que vayan in crescendo en los próximos meses. Y puedo decir que cuando suceden suponen auténticos quebraderos de cabeza para las empresas, que, si no están bien cubiertas, pueden ver muy expuesta y dañada su reputación. Teniendo en cuenta, además, que la sociedad en general es cada vez más exigente y que con la extensión de las nuevas tecnologías y las redes sociales cualquiera puede poner en solfa la capacidad de una empresa para proteger a sus empleados, porque, y volvemos a la seguridad epistémica, vivimos en un mundo en el que cada uno acaba creyéndose lo que le cuentan quienes son afines a él, sea verdad o no.