
La adquisición de ITP Aero por parte de Indra supondrá un gran espaldarazo para la industria aeronáutica española, ya que supondrá la creación de un gigante español de la defensa. Esta idea lleva desde hace tiempo en la mente de las altas esferas españolas, que llevan trabajando meses en esta transacción corporativa entre bambalinas. Entre otras cosas, la adquisición de la compañía vasca permitirá a la firma controlada por Fernando Abril-Martorell reforzar sus capacidades aeronáuticas para entrar en el programa clave de la industria para los próximos años, el proyecto del nuevo caza europeo (Future Combat Air System, FCAS), que está valorado en torno a los 200.000 millones de euros. Desde hace años, Indra participa en el del avión de combate Eurofighter 2000, para quien ha desarrollado diferentes simuladores.
Una de las primeras fichas que se movió para esta operación llegó de la mano de Indra, que fichó en enero en 2018 a Ignacio Mataix, ex director general de ITP, al que nombró consejero ejecutivo de la compañía con responsabilidad sobre el negocio de T&D (que agrupa las actividades de Defensa y Seguridad, Transporte y Gestión de Tráfico Aéreo). Este fichaje, según fuentes de mercado, mostraba cómo Indra pisaba el acelerador en su estrategia para convertirse en una referencia en el negocio de la defensa.
Este nombramiento llegaba apenas un mes más tarde de que Rolls-Royce recibiera el visto bueno definitivo para comprar el 100% de ITP Aero a la familia Sendagorta (los fundadores de Sener y dueños del 53,1% de la ingeniería vasca), tras casi año y medio a la espera de recibir la autorización por parte de las autoridades de competencia correspondientes. Sin embargo, uno de los puntos más analizados para la toma de control de la firma británica fue el posible conflicto de competencia en un consorcio en el que ambas participaban.
ITP actualmente está valorada en unos 1.300 millones de euros
Se trata, en concreto, de un conglomerado para programas militares, el Europrop International (EPI), que desarrolla los motores del Airbus A400M, un avión militar que compite directamente con el Lockheed Martin C-130J, desarrollado por una de las ingenierías de la firma británica. En el consorcio del EPI, ITP es accionista del 16% y Rolls-Royce del 28%. Por ello, la Comisión Europea hizo una llamada de atención en la compra de la compañía vasca, ya que eso situaba a la firma británica en una posición dominante en este consorcio.
En este contexto, Rolls-Royce contrató el pasado mes de septiembre al banco de inversión Goldman Sachs, tal y como reveló elEconomista, para buscar comprador para vender una participación mayoritaria en la firma vasca. Aunque en el mercado sonaron un buen número de empresas interesadas en hacerse con ITP Aero (desde Aernnova a Aciturri), lo cierto es que desde el primer momento la opción con más peso -y la que contaba con el beneplácito del Gobierno, algo clave en este tipo de operaciones- era la de Indra.
Indra financiará la compra con una combinación de deuda y ampliación de capital
No obstante, en su contra jugaba el alto precio de la ingeniería, que actualmente está valorada en unos 1.300 millones de euros. La falta de recursos para poner en marcha esta operación hizo que se tanteasen, según fuentes financieras, a fondos de capital privado, entre los que sonó con fuerza el de Investindustrial (el brazo inversor de los Bonomi). Pero este planteamiento chocaba con el de convertir la unión de Indra-ITP en un gigante de la Defensa puramente español. Otra de las opciones que se valoraban desde hacía meses en Indra era la posibilidad de desinvertir del negocio de IT y consultoría, lo que le permitiría obtener recursos nuevos y centrarse así en su nuevo mercado estratégico.
A la espera de si se materializa la operación, Indra explicó este martes a la CNMV cómo financiaría la compra (tras el golpe a la cotización tras hacerse público su interés en comprar ITP): con una combinación de deuda y ampliación de capital.