De poco están sirviendo las advertencias del Banco de España sobre el crédito al consumo. Las entidades continúan con su estrategia de aumentar el volumen de negocio en este segmento, a pesar de los riesgos sobre la morosidad, para mejorar su rentabilidad, al calor del boom de préstamos para adquisición de bienes duraderos y financiación de ocio por parte de las familias, iniciado con la recuperación económica.
Esta coyuntura ha permitido a los establecimientos financieros, entre los que se encuentran las filiales de los bancos para este nicho de actividad, ganar en 2018, por primera vez en la historia, más de 1.000 millones de euros.
En concreto, el beneficio de estas firmas alcanzó 1.008 millones, un 9,2% más que el año anterior, según las cifras recopiladas por el Banco de España. Hay que tener en cuenta que su progresión ha sido meteórica en los últimos ejercicios, ya que en 2012 sufrieron pérdidas, por la situación de crisis económica y elevada morosidad.
Los créditos al consumo, además de encontrarse en un momento de alta contratación, son uno de los productos más rentables para el sistema bancario, ya que generalmente llevan aparejadas comisiones y son más caros para los clientes, lo que permite a las entidades aumentar los márgenes operativos en este momento de tipos de interés negativos permanentes. El euríbor lleva en negativo tres años consecutivos y no se espera que hasta finales de 2019 vaya a entrar en terreno positivo, debido a la actual política monetaria del BCE.
Tipos más elevados de la UE
De hecho, las tasas medias aplicadas en estos préstamos en nuestro país son las más caras de toda Europa, al situarse por encima del 7%. Muchas de las operaciones, además, se realizan a través de las tarjetas, cuyos tipos son aún más costosos para los usuarios. Una explicación de esta situación, según fuentes del sector, es que los hogares españoles están más endeudados que los de otros países, como los franceses o los alemanes, y que por tanto se les aplica una prima de riesgo superior.
Las necesidades de financiación de las familias para realizar compras, como coches, muebles u otro tipo de bienes, han impulsado la formalización de los créditos al consumo. En 2018, el saldo vivo experimentó un ascenso del 3,5%, hasta los 48.479 millones.
El incremento contrasta, por ejemplo, con la caída que todavía padece el volumen de las hipotecas, donde las amortizaciones son aún superiores a las transacciones nuevas. Éstas incluso llevan dos años siendo inferiores a las cantidades que se registran los préstamos al consumo, que avanzaron el año pasado más de un 9%, algo que también es inédito.
Un parte de este crecimiento se debe, en parte, a la estrategia de los bancos y las financieras de impulsar los llamados préstamos preconcedidos, a través de los canales digitales, es decir, líneas de financiación con un importe máximo para cada cliente, que se pueden suscribir con un solo clic. El importe de estas operaciones está calibrado en función de los riesgos de cada usuario. Asimismo, los establecimientos financieros están alcanzando acuerdos con las cadenas de distribución para que los consumidores puedan hacer frente a sus necesidades de compras.
El boom, según el Banco de España, está provocando una subida de la morosidad, al menos en algunos segmentos de este tipo de préstamos. En los últimos tiempos, el organismo que gobierna Pablo Hernández de Cos viene advirtiendo a todas las entidades para que extremen la precauciones en la concesión de los mismos.
De manera general, los créditos de dudoso cobro que acumulan las financieras se ha mantenido estables en los últimos tres ejercicios, pero hay que tener que cuenta que las insolvencias se han reducido a gran velocidad en este periodo de tiempo en los sectores inmobiliario y de las pymes, además de las hipotecas, por lo que los números globales sí dejan entrever que se está produciendo un repunte en ese tipo de transacciones. Los establecimientos de crédito sumaban en diciembre de 2018 un total de 2.820 millones de euros de impagos.
Advertencias
Hernández de Cos ha alertado en más de una ocasión que los préstamos al consumo ha empezado a acelerarse "sustancialmente" y que no sería admisible que este negocio se convirtiera "en una fuente potencial de pérdidas" para el sector.
En este sentido, ha pedido reiteradamente cautela en su búsqueda de actividades rentables, por lo que "no se puede descuidar la vigilancia de las condiciones crediticias, especialmente en las operaciones aparejadas al consumo de las familias.
El máximo responsable del organismo supervisor ha venido explicando que este tipo de préstamos está escalando a tasas elevadas, al igual que sus volúmenes de morosidad.
El ratio de impagos que sufren los establecimientos financieros asciende al 5,8% de media, un riesgo que está siendo cubierto en una buena parte. La hucha para provisiones de estas firmas alcanza el 71%.
Además de las insolvencias, otro problema a los que se enfrentan las financieras y los bancos es el incremento de la litigiosidad en estos préstamos. Los usuarios están elevando el número de demandas por las condiciones que se aplican y que los jueces están considerando que son abusivas cada vez con más asiduidad en las sentencias. Esto se está observando con claridad en los últimos meses en los préstamos revolving o revolventes, aquellos cuya financiación contemplan tipos de interés superiores al 20% y que, generalmente, se otorgan a través de la tarjeta de crédito.