Empresas y finanzas

La filial americana de Grifols se declara en bancarrota tras las acusaciones de fraude

  • La firma fue demandada por ocultar datos de un fármaco a los inversores
Foto: Archivo

La farmacéutica estadounidense Aradigm, de la que la compañía española Grifols es el principal accionista desde el año 2013, se ha declarado en bancarrota al entrar en causa de disolución, tras acumular unos fondos propios negativos de 10,22 millones de euros. La compañía, de la que Grifols posee un 35,14% desde que comprara los derechos de uno de sus fármacos en investigación, presentó el pasado 11 de febrero la solicitud de bancarrota -el semejante al concurso de acreedores en España- en un juzgado de California, donde la firma de biotecnología tiene su sede.

Esta participada de Grifols, que cotiza en el Nasdaq, se enfrentó el año pasado a una demanda colectiva en EEUU por un posible fraude a sus inversores. La acusación se produjo tras el batacazo bursátil de un 65% que sufrió la firma tras rechazar la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA) la aprobación de su fármaco Pulmaquin, cuya licencia mundial en exclusiva fue comprada por Grifols en 2013. Tras esta caída, un grupo de inversores presentó la demanda contra los gestores de Aradigm, donde se les acusaba de "haber realizado declaraciones falsas o engañosas sobre los ensayos clínicos" llevados a cabo con este fármaco. La demanda colectiva fue admitida a trámite por un juez de California, aunque finalmente la causa se cerró por un acuerdo entre las partes antes de ser juzgada.

Impacto en las cuentas

Ahora, Aradigm admite en su solicitud de bancarrota que Grifols ha dejado caer la empresa. "Aradigm decidió que sin la confirmación de los fondos de su socio e inversor principal -en referencia a Grifols-, la compañía no tendría fondos suficientes para cumplir con todas sus obligaciones financieras futuras. Por lo tanto, no tuvo otra alternativa más que considerar la presentación de la protección por bancarrota para preservar su valor de negocio en marcha", informa la participada de la firma catalana en un comunicado oficial.

El 30 de enero del año pasado, tras la tormenta bursátil y jurídica con esta participada, la farmacéutica española tuvo que devaluar sus activos en Aradigm. Grifols estimó entonces un impacto negativo aproximado de 80 millones de euros en sus cuentas. Grifols tenía entonces en la compañía una inversión financiera de 6 millones de euros, unos activos intangibles de 56 millones y un bono de 18 millones. Todo el activo pasó a valer 0 euros.

Aradigm tuvo unas pérdidas de 13,77 millones de euros en 2017

Según las últimas cuentas anuales publicadas de Grifols, Aradigm, con un capital social de 369 millones de euros, tuvo unas pérdidas de 13,77 millones de euros en 2017. En su última declaración de resultados trimestrales de noviembre, la participada de Grifols reveló que tenía un déficit con sus accionistas de más de 20 millones de euros y un capital circulante de apenas 600.000 euros.

La compañía solo tiene actualmente una capitalización bursátil de unos 1,7 millones de euros, cuando llegó a tener un valor en bolsa de más de 130 millones de euros en 2014.

Fármaco en propiedad

El principal problema de la compañía ha sido, sin duda, el fracaso en la última fase de los ensayos con su fármaco Pulmaquin, sobre el que Grifols aún tiene los derechos en exclusiva. Precisamente, el laboratorio catalán pagó 20 millones de euros en 2013 para adquirir sus derechos, ya que las investigaciones hasta entonces parecían muy prometedoras para tratar las infecciones respiratorias graves. Desde entonces, el laboratorio español ha invertido hasta 65 millones de euros más en su desarrollo. Grifols esperaba obtener unas ventas de 300 millones de dólares al año -cerca de 250 millones de euros- por este medicamento en un plazo de tres años desde que llegara al mercado.

Se estima que entre las inversiones de Aradigm y de Grifols, la cantidad dedicada a este fármaco ha superado los 400 millones de euros. Sin embargo, la farmacéutica catalana intenta no perder todo lo invertido en este desarrollo. Aunque las autoridades de Estados Unidos rechazaron hace un año la aprobación del fármaco, al no fiarse de los datos de eficacia recogidos en el último ensayo, Grifols decidió en el mes de mayo intentar su comercialización en Europa y presentó la misma solicitud en la Agencia Europea del Medicamento, que deberá emitir una respuesta en los próximos meses.

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