BBVA ha iniciado una revolución de su red comercial con la puesta en marcha de un plan para abrir mega oficinas en nuestro país, siguiendo los pasos a otras entidades que ya cuentan con este tipo de sucursales.
Por el momento, el grupo que presidirá Carlos Torres a partir de enero tiene disponibles los primeros seis grandes centros de atención, de unos 1.000 metros cuadrados cada uno, pero está desarrollando obras de mejora de locales para inaugurar más en los próximas semanas. Fuentes conocedoras del proyecto sostienen que el número de este tipo de oficinas se irá adaptando a las necesidades y al éxito en el funcionamiento de las que ya están operativas. Estas, que se denominan Blue Brunch, están localizadas en Manresa, Vigo, Almería, Badalona, Murcia y Alcorcón. Antes de final de este año se sumarán otras catorce, con lo que el proyecto inicial abarca la veintena.
El objetivo que se persigue con este tipo de espacios es aunar el servicio de distintas sucursales en las zonas y crear complejos de imagen de marca, más digitalizados y con una atención más personalizada a través de gestores de distintas áreas. En Europa, a diferencia de en España donde han predominado hasta la fecha las oficinas pequeñas, la banca apuesta desde hace tiempo por estas tiendas insignia, que cuentan con una media de unos 30 o 40 trabajadores.
Remodelación sectorial
En nuestro país, las entidades están reorganizando su red desde hace relativamente poco tiempo con centros de distribución similares. Santander, CaixaBank y Sabadell tienen locales como estos, pero de manera general disponen de una superficie menor a los de BBVA, al contar con la mitad de metros cuadrados.
El banco azul, además de incorporar cajeros y máquinas de alta tecnología para el autoservicio, ha diseñado en las mega oficinas una zona independiente donde los empleados comparten la nueva forma de trabajar de la entidad, más colaborativa. La transformación de estos espacios permite una mejor atención a los usuarios, cuyo horario se extiende a la tarde a través, de manera general, de la cita previa para que se puedan llevar a cabo las consultas y las operaciones de manera personalizada.
Las entidades están adaptando su estructura con el fin de ahorrar costes, con el cierre de sucursales y la inauguración de otras más grandes, y de incentivar la relación a distancia, a través del móvil y de internet. Todas consideran que durante un tiempo los centros físicos serán fundamentales, por lo que no prevén la desaparición de estos. Pero, consideran que en los próximos años habrá un impulso digital relevante que conllevará nuevos ajustes de red.
El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, sostenía esta semana que en diez ejercicios el 90% de los clientes financieros serán digitales. En BBVA el 40% de todas las transacciones se realizan ya a través de los nuevos canales en términos numéricos y el 30% en relación al valor de las mismas.
El grupo que presidirá Torres, en los últimos tres años ha cerrado una cuarta parte de las oficinas que tenía en nuestro país, en torno a las 1.000, aprovechando también los solapamientos de la absorción de la antigua CatalunyaCaixa. En la actualidad BBVA tiene desplegadas unos 2.800 centros de atención y distribución por la geografía nacional.
A lo largo de la crisis, el sector en su conjunto ha cerrado más del 40% de la red física, hasta situarla en niveles nunca vistos desde los primeros años de la democracia, según los datos del Banco de España. El proceso de clausuras continuará ante la necesidad de las entidades de mejorar su eficiencia operativa y aumentar la rentabilidad. El sistema español, aunque ha mejorado su capacidad de beneficios, todavía está a medio de camino de conseguir los rendimientos sobre capital que exigen los mercados y los organismos supervisores. La rentabilidad se sitúa en el entorno del 7%, mientras que los inversores reclaman porcentajes de doble dígito.