
BBVA está apurando los plazos para el nombramiento de su nuevo consejero delegado, que tomará el mando el próximo 1 de enero cuando Carlos Torres asuma la presidencia y Francisco González se jubile de forma definitiva tras más de veinte años en el sillón de mando de la entidad.
El consejo de administración deberá tomar una decisión sobre el candidato elegido antes de que finalice este año, para lo que restan apenas cinco semanas. El mercado esperaba para la reunión de octubre la designación, pero este aún no se ha producido. En el banco no se descarta que el anuncio del sustituto de Torres se produzca incluso solo días antes de que asuma el cargo, aunque sostienen que podría suceder en cualquier momento, incluso en la reunión que celebrará el órgano rector esta semana.
Fuentes de la entidad consideran que al ser un actual directivo del grupo el proceso no requiere un periodo de tiempo para poder materializarse el cambio de puesto y que ya comunicaron al mercado que estaría anunciado antes de enero. Además, destacan que el designado conoce a la perfección el funcionamiento de la casa, al tiempo que recalcan que no es necesario que previamente el BCE autorice el nombramiento. Eso sí, a posteriori se someterá al test de idoneidad del organismo supervisor
El retraso, según fuentes del mercado, se estaría produciendo por las diferencias existentes entre BBVA y el organismo supervisor sobre el perfil del consejero delegado. En principio, el candidato de Torres sería su mano derecha y director de Talento y Cultura, Ricardo Forcano, un profesional que no agradaría al BCE al tener una trayectoria y experiencia profesional muy parecida a la de Torres. En la institución comunitaria prefieren que el número dos tenga unas características similares a las de un banquero tradicional experto en el sector financiero.
Candidatos
Desde el primer momento la entidad ha dado por hecho que el nuevo consejero delegado iba a salir de sus fijas debido al equipo que tiene en la actualidad. Entre los candidatos se encuentran, además de Forcano, el director financiero, Jaime Sáenz de Tejada, el de banca de Inversión, Juan Asúa; la del negocio en España, Cristina de Parias, el de Estrategia, Javier Rodríguez Soler; y el coordinador de las principales filiales, Jorge Sáenz-Azcúnaga.
Torres en ningún momento ha querido dar pistas públicamente sobre quién será el elegido finalmente. En sus últimas declaraciones siempre ha destacado que hay tiempo suficiente hasta finales de año para la designación y que era una cuestión del consejo de administración tras las propuestas de la Comisión de Nombramientos.
Choque con González
Otras fuentes sostienen también que en algunos círculos del BCE no ha sentado nada bien la sucesión de Torres por González y que el primero asuma la presidencia ejecutiva. El regulador desde hace tiempo apoya que el consejero delegado de las entidades sea el primer ejecutivo y que el presidente tenga un carácter puramente institucional y de representación.
González anunció su retirada en septiembre, un año antes de lo previsto y de que cumpliera la edad máxima de 75 años para estar en un asiento del consejo del banco. Su intención, que comparte su sucesor, es ser presidente de honor del banco al que ha estado ligado desde 1996, cuando el Partido Popular llegó al Gobierno y le colocó en la presidencia del entonces público Argentaria.
El BCE, según distintas fuentes, tampoco está muy de acuerdo con el propósito del histórico banquero, al entender que debería desvincularse por completo de BBVA y que ya es suficiente su lazo con la nueva cúpula al haber impuesto el relevo.
El adelanto de la salida de González se produce en un momento de incertidumbre en el grupo por el futuro de algunas filiales, como la turca Garanti o la argentina.
La tardanza en la culminación de la estructura organizativa está provocando cierta desazón en una parte del equipo directivo, ya que podría afectar a su situación actual, ya que se espera una rotación de funciones, según distintas fuentes. No se descarta que Torres lleve a cabo una remodelación profunda de la cúpula una vez alcance el poder, con el fin también de limar asperezas con el organismo comunitario.