
El empresario británico Philip Green, dueño del gigante textil Topshop, ha reconocido que se ha comportado a veces de manera "bromista" en el lugar de trabajo, pero niega que haya cometido abusos sexuales y ataques racistas contra empleados.
En una entrevista que publica este domingo The Mail on Sunday, Green ha asegurado que los últimos días han sido "horrorosos" y que las acusaciones de supuestos abusos "están haciendo daño" a su negocio. "Estoy muy, muy afectado. Estoy siendo utilizado como práctica de tiro al blanco. Está perjudicando a mi negocio, a todas las personas que trabajan en el negocio y a mi familia", ha reconocido el empresario a ese medio desde un complejo hotelero en Arizona (Estados Unidos).
El diario The Daily Telegraph publicó el pasado miércoles una investigación sobre presuntos casos de abusos que implicaban a un "relevante hombre de negocios" sin identificar, dado que un juez había prohibido la difusión de su identidad.
Un parlamentario de la Cámara de los Lores británica, el laborista Peter Hain, reveló al día siguiente, amparado por los privilegios que otorga la legislación en cuestiones relacionadas con la libertad de expresión, que se trataba de Green.
"Es terrorífico. Alguien puede decir lo que quiera y la gente después te sigue, te persigue y te acosa", ha explicado el empresario al citado dominical, en referencia al movimiento #MeToo. "Llevo en este negocio más de 40 años. Obviamente -precisa-, de vez en cuando ha habido bromas y cachondeo, pero, en lo que a mí respecta, nunca ha habido intención de ofender", ha señalado.
Ha subrayado que mantiene "una buena relación con toda mi plantilla", al tiempo que ha recordado que, "en todo este tiempo, no he tenido un solo litigio o denuncia".
Green es el presidente de Arcadia Group, grupo que comprende marcas como Topshop, Topman, Wallis, Evans, Miss Selfridge y Dorothy Perkins.
En un comunicado emitido el pasado jueves, el empresario ya negó "categórica y completamente" cualquier acusación relacionada con comportamientos racistas o abusos sexuales. "Arcadia y yo tomamos las acusaciones y quejas de los empleados muy en serio y, en caso de que se produzcan, se investigan exhaustivamente", aseguró Green.
El grupo "emplea a más de 20.000 personas y, como es habitual en muchas grandes empresas, a veces recibe quejas formales por parte de empleados. En algunos casos, (esas quejas) se resuelven con el acuerdo de todas las partes y sus asesores legales", indica el comunicado. "Esos acuerdos son confidenciales, por lo que no puedo hacer más comentarios sobre ellos", agregó el empresario.