
La repentina salida de Martin Sorrell de WPP supone un final impactante para la carrera de un presidente ejecutivo que, basándose en su gran carácter personal, creó la mayor firma de publicidad del mundo.
WPP dijo a principios de abril que había nombrado abogados para investigar una acusación de conducta personal inapropiada de Sorrell, quien en algo más 33 años convirtió una oficina de dos personas en una de las compañías más grandes de Reino Unido con presencia en 112 países.
El ejecutivo de 73 años dijo el sábado que se retiraba, en un momento clave para WPP, cuya acción ha caído un 30% este año debido a un menor gasto de los clientes, pérdidas de contratos y una creciente amenaza de Google y Facebook. Tras la renuncia de Sorrell, las acciones han llegado a caer hoy en torno a un 4%, aunque ha ido corrigiendo a lo largo de la jornada.
"Los extrañaré muchísimo", escribió en un correo electrónico al personal. "Como fundador, puedo decir que WPP no es solo una cuestión de vida o muerte. Fue, es y será más importante que eso".
Un icono en el sector
Sorrell, hijo de un vendedor de productos electrónicos y que se educó en la Universidad de Cambridge, construyó su reputación cuando era presidente de finanzas de la agencia de publicidad británica Saatchi & Saatchi. Se instaló en el centro de la escena en 1985 con la compra de una participación en una pequeña empresa de manufacturas, Wire and Plastic Products Plc, que usó como vehículo para adquirir grupos de comunicaciones en todo el mundo.
En unos pocos años había cerrado una serie de compras, quedándose con agencias de publicidad tan conocidas como J. Walter Thompson y Ogilvy, antes de conseguir una verdadera fuente de efectivo con la adquisición de Group M, una empresa de planificación de medios.
Conocido por una ética de trabajo despiadada y una atención microscópica al detalle, Sorrell formó su grupo con arengas agresivas y a menudo él se hizo cargo de negociaciones, pasando por encima de los jefes de marketing para tratar directamente con los presidentes de las empresas. Ese papel permitió a Sorrell convertirse en un personaje no solo de la publicidad, sino de la economía global y en una voz siempre presente en los medios y en eventos como Davos.
Ejecutivos, que pidieron no ser mencionados, lamentaron que Sorrell no tenga la oportunidad de volver a levantar a WPP, que en marzo informó de sus resultados más débiles desde la crisis financiera. Quienquiera que se haga cargo tendrá que decidir si el conglomerado de 200.000 personas debe permanecer como hasta ahora.