
El consejo de administración de Telefónica aprobará este miércoles el nombramiento de Ángel Vilá como consejero delegado de la compañía. El movimiento rondaba en la cabeza del presidente Álvarez-Pallete desde hace tiempo y el martes se desveló para sorpresa de los que esperaban irse de vacaciones sin novedades en el horizonte. Pero que nadie se sobresalte. "Tranquilidad, coherencia y confianza en la estrategia" son algunos de los valores que destacan los observadores consultados por este periódico. Realmente nada importante cambia en un grupo que este jueves presentará sus resultados del segundo trimestre, ahora con un nuevo número dos en la organización. A partir de entonces se seguirá lidiando en la batalla diaria de hacer las cosas bien -y mejor que los demás- en cada uno de los negocios. En ese empeño ahora sobresale una figura llamada a reforzar la solidez y eficacia de una compañía comprometida por el crecimiento orgánico y la generación de valor para los accionistas. La deuda también provoca desvelos, pero mucho menos de lo que se imagina fuera del Distrito C.
Del anuncio realizado el martes por Telefónica se desprende que el primer ejecutivo ha decidido delegar parte de sus funciones en los cinco grandes mercados (España, Brasil, Alemania, Reino Unido e Hispanoamérica) y se las confía a un financiero avezado en mil batallas. Ante la velocidad y los vaivenes propios de los negocios digitales, el grupo apuesta por un ejecutivo siempre con los pies en el suelo, un controller al que fichó Telefónica el siglo pasado y que en la última década ha participado de forma decisiva en las grandes decisiones del grupo. Tras la compras de O2, Brasilcel/Vivo, EPlus o GVT, así como en la OPV de Telefónica Deutschland aparece el trabajo de Vilá. Los que le conocen de cerca coinciden en destacar un rasgo reservado para los elegidos: su brillantez.
Antes de comenzar a trabajar en Telefónica, Vilá había descubierto las bambalinas de las finanzas y las empresas en Citigroup, McKinsey, Ferrovial y Planeta. Ya en la teleco, y poco después de su fichaje, Vilá asumió el cargo de CFO de Telefónica Internacional. En el 2000 fue nombrado director de Desarrollo Corporativo. En 2010, sumó a sus funciones la gestión del grupo de Filiales, compuesto por Atento, T-Gestiona y Telefónica Contenidos. En 2011 fue nombrado director de Finanzas y Desarrollo Corporativo, incorporando posteriormente las responsabilidades sobre Fonditel y Estrategia Corporativa.
Vilá se abonaría al perfil mediático bajo que hasta ahora se ha sabido labrar a pesar de la relevancia de sus cargos. La inevitable notoriedad pública que ahora le reservan sus nuevas responsabilidades será una ecuación que deberá resolver cuando encuentre el momento. Lo que no tiene solución es la discrepancia radical con Álvarez-Pallete en asuntos futbolísticos: el presidente es un merengue confeso y el consejero delegado un culé irredento.
Por otra parte, en los tiempos en los que César Alierta presidía Telefónica, era costumbre en el grupo esperar grandes anuncios en sólo dos consejos de administración en todo el año: en el inmediatamente anterior a las vacaciones estivales y en el que se celebraba antes de fin de año. Casi nunca fallaba: Si algo muy importante tenía que decidir la teleco, eso coincidía en las mismas fechas. Sin embargo, esa tradición se enfrió con la llegada de Álvarez-Pallete, que desde el primer día optó por una transformación serena de la compañía, si revoluciones repentinas ni golpes de efecto. Ya sea por casualidad o no, la reestructuración de la cúpula directiva del grupo anunciada el martes se decidirá en el último consejo de julio e invitará a afrontar el nuevo curso con los nuevos jefes ya en sus nuevos despachos y funciones. Los responsables de las operaciones cambiarán de inmediato interlocutor pero mantendrán la estrategia acostumbrada: crecer lo máximo posible, pero siempre de forma sostenible.