
Nada más aterrizar en el Ministerio de Fomento, Íñigo de la Serna abrió públicamente la puerta a vender una participación adicional de Aena. Con ello, el Gobierno obtendría suculentos ingresos en su lucha contra el déficit público, pero al mismo tiempo suponía la pérdida de control del gestor aeroportuario. Apenas unas semanas después, el discurso del ministro viró radicalmente hacia un "Aena no está en venta". Detrás de este giro pesaron la mejora de las previsiones económicas y de cumplimiento de déficit, pero sobre todo la oposición en Moncloa a asumir el coste político de privatizar una de sus joyas industriales.
Esta premisa se ha vuelto a imponer ahora con la posibilidad de que Aena lanzara una contraopa por Abertis a la que en mayo planteó la italiana Atlantia. La operación, descartada públicamente por el gestor aeroportuario a instancias de Enaire, la sociedad estatal que ostenta el 51% de su capital, podría haber llegado a implicar la dilución del Estado en la empresa fusionada, de forma que habría perdido el control de Aena y, por tanto, su consideración de pública.
La iniciativa surgió a instancias The Children's Investment (TCI), accionista del gestor aeroportuario con el 11,3% del capital. El fondo observó la opción de crear el mayor grupo de infraestructuras del mundo. Y tuvo el apoyo inmediato del presidente de Aena, José Manuel Vargas. Éste trasladó la posible operación, que se trató en la comisión delegada del consejo de administración de Aena, a De la Serna, quien, a su vez, la transmitió al resto del Gobierno. Sin embargo, Moncloa rechazó de pleno la operación y el consejo de Enaire, reunido el martes, hizo firme esta decisión.
Con o sin ampliación
La compra de Abertis por Aena acarreaba varias derivadas que el Ejecutivo de Mariano Rajoy no estaba dispuesto a asumir. Si la contraopa se hubiera planteado con una ampliación de capital del gestor de los aeropuertos españoles, el Estado presumiblemente habría diluido su participación del 51% por debajo del 50% y, en consecuencia, habría consumado la privatización que ya evitó en la legisla- tura anterior, cuando decidió sacar a bolsa únicamente el 49% del capital. Ahora bien, este proceso entrañaba múltiples complejidades, porque habría sido necesario cambiar la legislación y que el Congreso de los Diputados lo apoyara. Una condición prácticamente imposible de conseguir, toda vez que tanto PSOE como Ciudadanos han rechazado en reiteradas ocasiones la privatización de Aena.
Pero existía otra opción por la que el Estado mantendría el control. Así, sobre la mesa estuvo que Aena adquiriera Abertis sin una ampliación de capital, con un desembolso en efectivo y asumiendo la deuda de la concesionaria que preside Salvador Alemany. Así, a los más de 8.000 millones de deuda que acumula, la compañía añadiría los más de 14.000 millones de Abertis.
Sin embargo, esta posibilidad tampoco cuajó en el Ejecutivo, ya que si bien Aena mantendría su carácter público, supondría que también adquiriría Abertis. Y que un Gobierno del Partido Popular tomara una decisión de este calibre a buen seguro habría recibido contestación, tanto interna como externa.
Sea como fuere, de acuerdo con fuentes conocedoras del proceso, desde Fomento vieron en un inicio con buenos ojos la operación de Aena, porque implicaba mantener la españolidad de Abertis frente a la opción de Atlantia. El Ministerio, no obstante, asegura que el Gobierno ha mantenido una posición unánime en todo momento en relación a la posible contraopa.
Descontento con Atlantia
Desde que se conoció la pretensión de Atlantia de comprar Abertis, De la Serna ha repetido que el Gobierno se mantendría neutral, pero siempre con el interés general de España por bandera. La realidad, en todo caso, es que en el Ejecutivo la opción italiana no gustó. Por un lado, molestó tener conocimiento de sus intenciones, prácticamente, por los medios de comunicación. Y, por otro, en la memoria permanece el veto que ejerció el Gobierno de Italia hace diez años cuando Abertis intentó la operación contraria.
El papel de Moncloa en el éxito de la compra de Abertis por Atlantia -o por cualquier interesado- no es menor. No en vano, tiene derecho de veto por la participación de la concesionaria catalana en Hispasat. Asimismo, también es necesaria la aprobación del consejo de ministros por el cambio de control sobre las autopistas estatales que gestiona Abertis. A todo ello se sumaba, además, la frialdad con que Criteria, el holding industrial de La Caixa, ha recibido la oferta de los italianos. En este escenario, TCI vio una vía abierta para plantear al consejo de Aena una propuesta competidora que, sin embargo, se ha topado con la negativa de Moncloa.
Los fondos tienen abierta la opción de una oferta competidora
Tras lo acontecido, la opa de Atlantia sigue su curso a la espera de que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) la apruebe, lo que se espera para después de verano. No obstante, en el camino aún pueden surgir nuevos 'caballeros blancos'. No en vano, son varios los grandes fondos de inversión e infraestructuras internacionales que están analizando la posibilidad de lanzar una oferta competidora. En este sentido, tal y como publicó este diario, hay firmas que están oteando la formación de consorcios en los que haya presencia española con el objetivo de allanar la operación ante los vetos con que cuenta el Gobierno. En este sentido, emerge el nombre de Globalvia como una de las compañías a la que diversos fondos de inversión, entre ellos JP Morgan, han tanteado en las últimas semanas. El precio ofrecido por Atlantia, de 16,5 euros por acción de Abertis, se estima razonable en el mercado, aunque hay analistas que ven margen de mejora.