
Cuando el padre de Hiroe Tanaka murió le dejó algo que cambió radicalmente su vida: una receta para preparar lo que en japón se conoce como kushikatsu, carne frita ensartada en un palo, al estilo de una brocheta y típico de la ciudad de Osaka. Fue un acto de amor. Su hija adoraba este tipo de comida callejera, y él había pasado horas y horas trabajando para encontrar la receta perfecta.
La nota, escrita a mano, detalla cómo cocinar un plato que en principio no reviste mayor complicación, pero que el padre de Tanaka llevó a la perfección. La receta ayudó a salvar el restaurante donde Tanaka trabajaba de la quiebra en 2008, lo que hizo que la joven pasara de tener un empleo a tiempo parcial a ser vicepresidenta de una empresa que ahora lleva su nombre. Por supuesto, la receta ha hecho a Tanaka multimillonaria. "Rindo homenaje a mi padre todos los días", asegura Tanaka en una entrevista concedida a Bloomberg. "Todo ocurrió gracias a la receta".
Kushikatsu Tanaka, nombre completo de la compañía, comenzó a cotizar en la bolsa de Japón en septiembre después de que el precio de las acciones alcanzara la parte superior de su rango de salida. Desde entonces, los títulos de la compañía se han revalorizado algo más de un 50%.
La cadena ha recorrido un largo camino desde que abrió su primer restaurante en Tokio en diciembre de 2008, donde Tanaka y Keiji Nuki, presidente de la compañía, compraron equipos de cocina de segunda mano para reducir costes. Kushikatsu Tanaka tiene ahora 146 sucursales en Japón y una en Hawai, y tiene previsto abrir 40 más este año.
Su expansión es tal que muchos expertos analizan el exitoso modelo de negocio. Una de las claves ha sido la de trasladar el modelo de negocio empleado en las tiendas de descuento de 100 yenes -como las de 100 pesetas en España- a la industria alimentaria. Así, Tanaka ofrece platos rápidos a precios de saldo.
Otra de las claves ha sido la receta del padre de Tanaka, unos garabatos que ahora la compañía guarda con recelo. Solo Tanaka y Nuki conocen la perfección del kushikatsu, solo ellos han tenido la receta en sus manos. "El kushikatsu es parte de mi vida", dice Tanaka que añade que "no sabe lo que haría sin el".
De hecho Nuki había tirado la toalla en su aventura empresarial cuando encontraron la receta. Tanaka insistió para un último intento na vez que había conseguido el sabor de kushikatsu que hacía su padre. Nuki aceptó, busco un lugar barato lejos del centro de Tokio, reutilizando instrumentos de sus antiguos restaurantes y comprando material de segunda mano. En un barrio residencial, parecía condenado a la quiebra.
Pero el milagro de la receta perdida se consumó: había largas colas incluso de madrugada y la gran cantidad de bicicletas de clientes aparcadas en la acera provocó incluso las quejas de los vecinos. Pronto abrieron un segundo y un tercer local, pero el salto definitivo lo dieron cuando vieron que en el famoso barrio de Shibuya habían comenzado a surgir imitadores. Ahí decidieron dar el salto a la franquicia y el año pasado lograron un beneficio operativo de 316 millones de yenes (2,6 millones de euros).
Hiroe conserva el 4% del capital de la empresa que a día de hoy tiene un valor cercano a los 3 millones de euros. Todo gracias a un manuscrito arrugado legado por su padre.