El empleo en España se recupera, pero lo hace a costa de la temporalidad y con un porcentaje excesivo de puestos de trabajo de baja cualificación. Uno de cada cuatro empleados tiene un trabajo temporal, lo cual representa la mayor proporción dentro de la OCDE, a excepción de Polonia. Y no sólo eso: España muestra la tasa más baja en la transición de empleos temporales a contratos indefinidos. Es decir, es el país donde menos trabajadores, apenas uno de cada diez, logra transformar su contrato de trabajo por un periodo determinado en uno de duración indefinida.
Un porcentaje muy por debajo de la media europea y de los países de nuestro entorno. En concreto, el conjunto de la zona euro tiene una tasa de temporales que han conseguido un empleo indefinido de más del doble, alrededor del 22%. La brecha se agranda más aún si lo comparamos con Alemania, que nos triplica y supera el 30% en tasa de transición. Si nos vamos al primer puesto, que ocupa Gran Bretaña, la diferencia se dispara, ya que allí casi seis de cada diez empleos temporales acaban siendo indefinidos.
España se sitúa a la cola de la OCDE y de la UE a pesar de que la tasa de transición se ha incrementado desde 2012, cuando se alcanzó el menor número de contratos convertidos a indefinidos de toda la serie histórica (395.882). Desde entonces, las conversiones han aumentado todos los años, hasta volver a superar la barrera del medio millón de contratos convertidos en 2016. No obstante, la cifra se sitúa todavía lejos de los datos registrados en 2007, cuando se superaron las 900.000 conversiones en el conjunto del país.
De los 11,3 millones de contratos registrados de enero a julio de 2016, menos de un millón fueron indefinidos, 993.143, mientras que el resto, 10,3 millones, fueron empleos de duración determinada. De esos, además, uno de cada tres era a tiempo parcial.
Un mercado anómalo
Un dato preocupante ya que las tasas de temporalidad en España son una anomalía que choca con el resto de países industrializados, ahonda en la dualidad del mercado de trabajo español, que algunos ven un problema estructural, y eleva las desigualdades, tal y como remarca la OCDE en su último informe sobre la economía española.
A la precariedad e inseguridad que puede suponer la contratación temporal, se suma que este tipo de empleados se sitúan habitualmente en la parte más baja de la distribución de ingresos.
Si tomamos las cifras de 2014, último dato registrado por el la Encuesta Estructural Salarial del INE, el salario medio en España era de 24.746,47 euros brutos al año, frente a los 15.680,55 euros brutos anuales que cobra de media un empleado temporal. Parte de esa desigualdad salarial está relacionada con el hecho de que la temporalidad afecta sobre todo a los trabajadores más jóvenes, con las consecuencias socioeconómicas derivadas: el 70% de los contratos laborales para las personas de menos edad son temporales.
Trabajadores pobres
La brecha salarial y la alta temporalidad explican parte de la denominada pobreza laboral del país. Se trata de esa parte de la población activa con un empleo, pero cuyos ingresos son menos de la mitad de la renta disponible mediana equivalente de los hogares. En este punto, de nuevo, la OCDE, da un tirón de orejas al sistema español. La tasa de pobreza y la desigualdad de los ingresos han aumentado durante la crisis, según advierte el organismo en el informe Reformas para un crecimiento inclusivo. A pesar de que descendió relativamente en 2014, y, según apunta el estudio, "es probable que haya descendido desde entonces, dada la mejora experimentada en el mercado de trabajo", sigue siendo elevada y supera la media de la OCDE.
En ese punto, el organismo advierte de que en España "los niveles de pobreza son especialmente altos en los hogares con desempleados, especialmente aquellos que tienen hijos, tal y como refleja la elevada tasa de pobreza infantil del 23,4 por ciento, en comparación con un promedio del 13,3 por ciento en 2013 en la OCDE.
Es importante recordar que las dos últimas reformas laborales de España aprobadas por un Gobierno socialista (2010) y otro del PP (2012) compartían el objetivo de reducir el coste del despido de los contratos indefinidos. Sin embargo,el alcance de estas reformas "ha sido limitado en su capacidad de alterar las actitudes hacia la reorganización del trabajo a nivel de empresa", según refleja el último informe sobre El empleo atípico en el mundo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Es decir, que la dualidad del mercado laboral se mantiene y la temporalidad es un mal no resuelto en España.