madrid. General Electric (GE), la segunda compañía más grande del mundo, quiere dejar claro que se toma en serio el medioambiente. Para ello, ha colocado a una mujer al frente de Ecomagination, su iniciativa para producir energía más limpia y eficiente, reducir emisiones y obtener agua potable.
Lorraine Bolsinger, que lleva más de 20 años en la empresa industrial, se muestra entusiasta sobre las posibilidades de la tecnología y anuncia que el futuro de General Electric está en volverse verde: "Es una gran oportunidad para hacer un mundo mejor, y es una gran oportunidad de hacer negocio", afirma la vicepresidenta de este negocio. De momento, General Electric ha duplicado los ingresos de Ecomagination por productos ecológicos de 4.900 millones de euros en 2004 a 10.000 millones de euros durante el pasado 2005.
P ¿Tienen las grandes compañías industriales un 'problema de imagen' respecto al medioambiente?
R La gente puede preguntarse los motivos por los que una empresa como General Electric se empeña en comunicar que emprende esfuerzos para ser más ecológica. Cierto es que a lo largo de nuestros 127 años de historia hemos tenido problemas. Por eso, es aún más importante explicar que podemos ofrecer a nuestros clientes productos que no sólo le darán beneficios económicos, sino que también son responsables con el medioambiente. Debemos liderar con el ejemplo.
P ¿Cuánto está invirtiendo GE en este proyecto?
R Estamos absolutamente comprometidos. Ya invertimos mucho, y creceremos más y más. Nuestro presupuesto de investigación ha pasado este año de 700 millones de dólares a 1.500 millones de dólares. Y nos estamos extendiendo, ya contamos con cuatro centros de investigación ubicados en Nueva York, Bangalore, Munich y Shanghai. Queremos tener una visión global de la tecnología que se necesita, no sólo en EEUU, sino también en China, India... Y utilizar a los mejores cerebros de todo el mundo.
P ¿Varían mucho las exigencias ecológicas de un país a otro?
R Las regulaciones están empezando a fusionarse. Europa está todavía por delante de Estados Unidos, pero los estadounidenses pronto recuperarán el terreno perdido. Nuestros productos son diseñados para el mundo entero, así que es bueno adaptarse a los criterios y las regulaciones más estrictas, de manera que los hagamos nuestro denominador común.
P ¿Qué piensa del Protocolo de Kioto? Su país, EEUU, lo ha rechazado.
R También otros países de la zona del Pacífico, como China y Australia. Pero todos estamos preparando una forma de continuar Kioto. En Estados Unidos ya hay una ley sobre energía que habla de una reducción de emisiones voluntaria, y que reconoce el cambio climático como un asunto que debemos tratar. Ya hay mucha legislación en vías de ser aprobada, está en boca de todos y se está ganando el empuje necesario. Escucharemos hablar de esto en los próximos años. Si sucederá o no durante esta Administración, no lo sabemos, pero ciertamente ya hay una preparación detallada, y es cuestión de poco tiempo.
P ¿Cómo les afecta?
R Ya somos una compañía global, con la mitad de nuestras ventas fuera de Estados Unidos. No podemos esperar. En Europa, ingresamos 50.000 millones de dólares y empleamos a 90.000 personas, así que ya vivimos bajo la regulación de Kioto. Nuestros clientes no son sólo norteamericanos, hemos de pensar en un contexto global. Por ejemplo, es inevitable, no sabemos en que forma, pero creemos que se impondrá algún tipo de impuesto sobre el carbón y pensamos que, para entonces, debemos de tener ventajas.
P ¿No les supone un problema adaptarse?
R No, de hecho, creemos que no hay desventajas en hacerlo, porque estimamos que habrá un ahorro de alrededor de 100 millones de dólares en ahorro energético al reducir nuestra emisiones de gases invernadero y mejorar nuestra eficiencia energética. Así, también haremos algo bueno para nuestros accionistas.
P ¿Cuáles son las alternativas energéticas que contemplan?
R Tenemos una gran diversidad de productos. Nos preparamos para un mundo donde habrá severas restricciones al carbón. Escuchamos opiniones muy diversas. Algunos dicen que sólo funcionarán las renovables, o sólo la gasificación integrada del carbón, o sólo la energía nuclear. Por eso, nuestra cartera abarca todos. No podemos decir que haya una solución única para un país concreto, dependerá de los recursos de cada país, su geografía, conocimientos técnicos.
Por ejemplo, creemos que hay una tremenda capacidad para la tecnología eólica en Europa. En Estados Unidos, representa hoy el 2 por ciento de toda la energía, pero puede llegar al 15 o al 20 por ciento. Y el próximo paso son las turbinas de viento en mar abierto. Antes eran demasiado caras incluso con subsidios, pero ya no, ahora es competitiva, con los incentivos adecuados. La energía solar no será rentable al menos en cinco años, pero estamos trabajando en el laboratorio para reducir sus costes, y somos optimistas. Pero hay que tener en cuenta que no todos los lugares son buenos para este tipo de energía.
P ¿Qué fuente de energía cree que ofrece más posibilidades?
R Donde estamos invirtiendo mucho es en el llamado gas limpio o en proyectos de gasificación del carbón integrado. Se gasifica el carbón, que se convierte en hidrógeno, y lo quemamos en una turbina para secuestrar el dióxido de carbono que emite. Tenemos mucha fe en esta tecnología. El problema es encontrar donde podemos guardar este dióxido de carbono, quizás en un acuífero o en otra forma geológica que pueda contenerlo. Si secuestras el 95 por ciento, es muy limpio. Por eso, necesita toda la atención política e investigación. Además, ya tenemos muchos gasificadores y horas de experiencia, sólo necesitamos reducir sus costes y poder repetir la tecnología en cada una de nuestras plantas.
P ¿En qué otros productos están trabajando?
R Estamos desarrollando instrumentos financieros, como por ejemplo una tarjeta de crédito de la que un porcentaje se destine a una causa de protección medioambiental. O plásticos, como los usados para las botellas de agua, que pueden ser reciclados y convertirse después en componentes para automóviles. También trabajamos en una locomotora híbrida. La dificultad de esta tecnología es el peso final. Pero tiene potencial, y vamos a aplicar esta tecnología a las furgonetas de reparto para optimizar su consumo energético.