
La agencia de calificación S&P está a la espera de que el Popular presente su plan de negocio tras el cambio en la presidencia para revisar su perspectiva, que hace unas semanas rebajó a 'negativa'. Fuentes de la firma consideran que este proyecto será clave para devolver su credibilidad al mercado, aunque consideran que tiene poco margen de maniobra ante "la situación tan delicada en la que se encuentra".
Sostienen que sus principales problemas se derivan del elevado volumen de activos improductivos que tiene en balance -de unos 35.000 millones de euros-, de la poca capacidad para generar ingresos en esta época de tipos negativos y un nivel ajustado de capital; y, además, la visibilidad sobre su futuro "es escasa". Confían en que el proyecto anunciado por los anteriores gestores, en la primavera pasada, se replantee, algo que el nuevo máximo responsable, Emilio Saracho, ya está haciendo.
En este sentido, las mismas fuentes indican que es difícil que pueda llevar a cabo en el corto plazo una ampliación de capital para reforzar su solvencia e incrementar el exceso de recursos propios para cumplir con los ratios que se exigirán en 2019, ya que no es habitual que una entidad recurra a este tipo de operaciones dos veces en menos de un año. Recuerdan que la ampliación del pasado verano ya fue muy voluminosa. Entonces, el Popular captó 2.500 millones. Algunas casas de análisis estiman que ahora necesitaría más de 3.000 millones.
Además, las fuentes de S&P indican que el proyecto Sunrise, por el que el Popular pretendía enajenar 6.000 millones en activos improductivos a través de un vehículo especial que cotizara en bolsa, no tiene muchas posibilidades de salir adelante, por las reticencias de los reguladores al mantener una vinculación con la entidad a través de la financiación. Este hecho supone que los activos no se desconsolidan y el banco mantiene, por tanto, riesgos de asumir pérdidas adicionales en un futuro si la situación es peor de lo prevista. Saracho ya ha ordenado la paralización de Sunrise, tal y como adelantó este periódico.
Por tanto, la única vía para acelerar el recorte a su alta exposición al ladrillo, que representa en torno a un 30% de su cartera crediticia, es vender en grandes paquetes a fondos de inversión, pero consideran que para ello el Popular tendría que incrementar las provisiones con el fin de ajustar los precios al mercado. Un mercado, que aunque esperan que crezca este año en España, continuará sin despegar del todo como ocurre en otros países europeos. Recuerdan que el banco elevó el año pasado el volumen de dotaciones, pero éstas no alcanzaron los niveles a los se comprometieron y las coberturas son inferiores a la media del sistema.
Otra palanca que tiene el Popular para mejorar su rentabilidad y fortalecerse es la venta de filiales, como su franquicia estadounidense o las división de seguros. Las fuentes de S&P consideran que podría recurrir a esta vía, aunque estiman que no será suficiente para cubrir las necesidades que tiene el banco. La entidad tiene a valor contable participaciones por un importe superior a los 1.800 millones.
De esta manera, la única alternativa que tendría el Popular es una fusión. En el mercado cada vez hay más voces que apuestan por una operación de este tipo. Pero para ello habrá que esperar a que Saracho presente y ponga en marcha el nuevo plan.