La familia Ruiz-Mateos controlaba, al menos, 4.067 cuentas bancarias repartidas entre 117 entidades financieras. Es una de las principales conclusiones que recogidas en el auto por el que el juez de la Audiencia Nacional José de la Mata decidió ayer procesar a seis hijos de José María Ruiz-Mateos. Se trata de Álvaro, Zoilo, José María, Pablo, Javier y Alfonso, a los que acusa de estafa, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales.
Todos ellos contribuyeron a la creación de un entramado para ocultar su patrimonio que operaba, fundamentalmente, desde Belice. En éste paraíso fiscal del Caribe una decena de empresas controlaban de forma directa o indirecta tanto las empresas, como las marcas comerciales y parte de las cuentas bancarias en España. Es el caso de firmas coo Bleta International, Calwell Alliance, Ceslow Business o Spadoni Navigation.
Según asegura el magistrado en el auto, Santander y Banesto, hoy integrados, "fueron el centro de las operaciones de crédito, con un riesgo a enero de 2009 de unos 450 millones de euros". El propio banco estima, de hecho, que en febrero de ese año concentraba el 44,6% del riesgo total de Nueva Rumasa, muy por encima del segundo acreedor, Cajasur, entidad que forma parte hoy de Kutxabank, al que correspondía el 5,4% del riesgo total.
El Banco Etcheverría, por su parte, se configuraba como el instrumento de centralización y distribución de los fondos entre 2009 y 2011. "Prácticamente toda la liquidez (escasa) que generaban las sociedades productivas, así como la mayoría de los fondos obtenidos por las inversiones en pagarés (...) eran transfereridos a las cuentas del grupo en Banco Etchevererría o en otras entidades", dice el juez.
Nueva Rumasa captó 385,3 millones de euros entre 4.110 inversores mediante las emisiones de pagarés y, según el juez, dejó sin pagar 289,11 millones. Además de pagar gastos personales o las hipotecas de las casas familiares, los fondos captados se desviaron al extranjero, a sociedades generalmente radicadas en paraísos fiscales y jurisdicciones de baja tributación, casi todas en Belice, pero también en Panamá y Holanda, "lo que unido al empleo de testaferros y despachos fiduciarios permitió durante años dotar al entramado de un considerable grado de opacidad". Alfonso Baron Rivero, uno de los sobrinos de Ruiz-Mateos, era "la persona de confianza" para coordinar toda la operativa desarrollado.