
La escasa rentabilidad de Freixenet ha dificultado al máximo que el gigante alemán Henkell pueda subir su oferta -el cien por cien de la empresa se valoró en 500 millones de euros-, tal y como habían exigido los propietarios de la misma, las familias Ferrer, Bonet y Hevia. Fuentes próximas a la compañía germana han confirmado a elEconomista que en ningún caso se subirá el precio, lo que podría despejar el camino a José Ferrer Sala, presidente honorífico y primer accionista del gigante del cava con el 42% de las acciones.
Según adelantó el pasado sábado el diario online Economía Digital, Ferrer presentará hoy una oferta vinculante por las acciones que no controla. Lo haría después de haber conseguido al fin un crédito sindicado, liderado por Santander y Caixabank, que rondaría los 120 millones de euros. Sería el dinero necesario para comprar el 58% de las acciones ya que al valor de Freixenet habría que descontarle una deuda 320 millones.
La compañía catalana obtuvo en el último ejercicio unas ventas de 529 millones de euros, lo que supone un incremento del 5,1% respecto al año anterior. El beneficio antes de impuestos creció un 4,2%, pero sigue siendo a pesar de todo muy bajo, de tan sólo 3,2 millones. Es una cifra prácticamente tres veces inferior, por ejemplo, a la del ejercicio 2013, cuando se superaron los nueve millones.
Junta extraordinaria
Según el diario online, Freixenet ha convocado una junta de accionistas extraordinaria el lunes 12 de diciembre para examinar esta nueva propuesta en la que Ferrer, que tuvo que retirar ya otra anterior ante la falta de financiación, tratará de convencer para que vendan a los Bonet y los Hevia, con un 29% del capital en cada caso.
De fondo, según han confirmado fuentes próximas a la operación, la compañía está sufriendo además presiones por parte de la Generalitat de Cataluña para que no venda a los alemanes, teniendo en cuenta el gran peso que tiene en la compra de uva en el Penedés.