Empresas y finanzas

Italia ultima un 'banco malo' para rescatar sus entidades

El vehículo se conformaría tras recibir el país una ayuda de unos 15.000 millones del Mecanismo Europeo de Estabilidad para sanear el balance del sector financiero, cargado de créditos morosos.

La crisis de la banca italiana ya no parece tener otra salida que una intervención pública. Mientras el país transalpino intenta salir de la dificil situación politica creada por la derrota del primer ministro, Matteo Renzi, en el referéndum del pasado domingo, los planes para crear un banco malo italiano finalmente han salido del cajón del Tesoro de Roma en el que habían estado durante los últimos meses de campaña electoral.

De momento, con el Gobierno dimisionario y el presidente de la República sumido en la ronda de consulta previas al nombramiento de un nuevo Ejecutivo, no hay datos oficiales. Los únicos disponibles son los de la Bolsa de Milán, que ayer cayó penalizada por los valores de la banca, con un Monte dei Paschi di Siena (MPS), que se hundió más del 10 por ciento. Por esto, según refiere la prensa transalpina, el Ministerio de Economía ya tiene listo un decreto para intervenir la entidad. Los rumores refieren que la intervención se llevaría a cabo con un préstamo de 15.000 millones del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).

De hecho, frente a la crisis de MPS, que no ha logrado lanzar su ampliación de capital y se ha visto como se le deniega una prórroga por parte del BCE, el sistema de garantías públicas y fondos privados, lanzado por el Gobierno de Renzi, ya no parece suficiente para poner a salvo a la banca italiana, evitando un efecto-dominó en Europa.

La cuestión ahora es si frente a los 360.000 millones de créditos dudosos que lastran las entidades transalpinas (de los que 200.000 son impagos), 15.000 millones de euros son una suma de dinero suficiente.

Según los últimos datos difundidos por la Autoridad Bancaria Europea (EBA), los créditos dudosos en Italia han pasado de ser del 16,8 por ciento de todos los préstamos (a finales de 2015) al 16,4 por ciento (al 30 de junio de 2016). Una mejora insignificante si se considera que el dato medio europeo es del 5,4 por ciento.

Cortafuegos con pocos fondos

El razonamiento del Tesoro transalpino - cuyo titular Pier Carlo Padoan podría ser el sucesor de Renzi en un gabinete tecnócrata -es que el banco malo italiano sólo serviría de cortafuegos para resolver los problemas de la entidas más débiles, dejando que los bancos más solidos sigan encontrado recursos en el mercado.

De momento, la operación más urgente es la ampliación de capital de MPS, al que faltan por lo menos 4.000 millones, tras los 1.000 millones conseguidos a través del canje de deuda subordinada de la semana pasada.

Pero, con la inestabilidad creada por el resultado del referéndum, en jaque hay también otros bancos medianos, como Carige, Veneto Banca y Popolare de Vicenza (las últimas dos controladas por Atlante, el fondo de rescate creado con el dinero de las entidades italianas más sólventes).

Además, la entidad que está naciendo de la fusión de dos bancos cooperativos Popolare di Milano y Banco Popolare podría necesitar una nueva inyección de capital (estimada en 1.000 millones de euros), mientras UBI necesita una cifra parecida para hacerse cargo de cuatro pequeños bancos rescatados a finales de 2015 (los bancos y cajas de ahorro Etruria, Marche, Ferrara y Chieti).

La idea de que 15.000 millones serían suficientes para todo eso se basa en los resultados de los últimos test de estrés europeos, publicados a finales de julio. El único de los grandes bancos italianos a sacar un suspenso fue MPS, con una ratio de solvencia negativo en caso de escenario adverso en 2018. (-2,23 por ciento).

Las otras entidades pasaron el test, aunque a parte de Intesa (con un sobresaliente 10,24 por ciento en el ratio de capital principal CET 1), tanto Banco Popolare como Ubi se colocaron por debajo del 10 por ciento, así como Unicredit - el banco italiano más internacional - con apenas el 7,21 por ciento.

Unicredit, a diferencia del resto, ya se ha puesto las pilas y, a la espera de que se despeje el futuro político de Italia y los mercados financieros se estabilicen, ha empezado a vender activos: acaba de recaudar más de 3.000 millones con la desinversión del 32 por ciento del polaco Bank Pekao, y lo mismo piensa encajar vendiendo Pioneer, su servicio de gestión de activos, a los franceses de Amundi tras fracasar su alianza sellada con el Santander y varios fondos de inversión para crear la mayor gestora de fondos del Viejo Continente.

Riesgos para las más sólidas

Pero sin una intervención pública, a través de un prestámo del MEDE, incluso los bancos transalpinos más sólidos podrían temblar. Hasta ahora el Gobierno de Matteo Renzi habia propuesto un conjunto de medidas financiadas mayoritariamente por inversores privados. La primera fue anunciada a finales de enero tras una larga negociación con Bruselas: preveía un sistema de garantías públicas al tramo senior (el más seguro) de los créditos dudosos. El objetivo del Gobierno de Renzi era es que las garantías ayudaran a "desbloquear" el mercado.

En abril se juntó otra iniciativa: la creación de un fondo (llamado Atlante) participado por los grandes bancos italianos (y por la entidad pública CDP). Este fondo, sin embargo, nunca ha llegado a tener una talla suficiente para enfrentarse a los problemas de la banca. Atlante 1 ha recaudado poco más de 4.000 millones, utilizados para garantizar las ampliaciones de capital de Veneto Banca y Popolare de Vicenza, entidades medianas al borde de la quiebra. Su gemelo Atlante 2 no ha conseguido ingresar los 5.000 millones previstos y con poco más de 1.700 millones no puede cumplir con su objetivo, es decir, aliviar a MPS de sus créditos dudosos.

Es más, siendo participado por las entidades más sanas, Atlante supone un riesgo adicional para el sistema bancario italiano. La agencia de calificación Fitch, el pasado abril, denunció que para las mayores bancos italianos la situación presentaba "riesgos considerables", ya que el Gobierno había involucrado a estas grupos en sus esfuerzos sin un resultado cierto.

"Según nuestros análisis, la solidez financiera de los grandes bancos se debilitará y los rating podrían verse afectados si hay nuevas peticiones por parte del Gobierno para que estas entidades ofrezcan nuevo soporte extraordinario al sector", explicaba la agencia.

Única solución

En fin, el banco malo que el entonces Gobierno de Mario Monti descartó en 2012, explicando que el sector financiero era sólido, ahora se propone como única solución viable para resolver los problemas y no parar el proceso de consolidación entre entidades medianas, con el objetivo de crear grupos más grandes y -se supone- más solidos.

El problema será quién se hará cargo de realizar una medida tan impopular, si el Ejecutivo dimisionario de Renzi o el nuevo Gabinete tecnócrata, ya que podría suponer pérdidas para los bonistas, entre los que se encuentran buena parte de los ciudadanos del país.

El objetivo de Roma es derogar las reglas europeas del bail-in, o sea el "rescate desde dentro" que está en vigor desde enero de 2016 y que conlleva que acreedores y accionistas deben soportar pérdidas en caso de que una entidad tenga problemas de solvencia.

La preocupación, de cara a posibles elecciones anticipadas, es para los bonistas, ya que alrededor del 30 por ciento de la deuda de las entidades financieras transalpinas se encuentra en manos de particulares.

En España, el Gobierno aceptó una ayuda europea de 41.000 millones en 2012 para sanear las cajas de ahorros, que llevó aparejada la configuración de un banco malo -Sareb- y fuertes quitas para preferentistas y tenedores de deuda de las entidades rescatadas.

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