
España es uno de los países pioneros en la aplicación de técnicas de aprovechamiento hídrico. Gobiernos de todo el mundo se decantan por los ingenieros y las empresas españolas para construir sus infraestructuras y gestionar sus aguas.
Y eso es consecuencia de ser uno de los Estados de la UE con mayor estrés hídrico y de arrastrar una escasez de agua histórica. Agravada por una geografía compleja y una climatología variable, la situación hídrica de nuestro país, en el que conviven sequías pertinaces -como la que sufre actualmente el sureste peninsular-, con fuertes precipitaciones y riesgos de inundación, ha sido el mejor acicate para investigar, adquirir el conocimiento, la experiencia, las técnicas más avanzadas y los materiales de última generación en este campo.
Y de aquí surge la paradoja; disponiendo de gestores, técnicos y materiales de primer orden, ¿cómo puede entenderse que superemos la media europea de pérdidas y volumen de agua no registrada?
Se sabe que las pérdidas físicas de la red son la parte del león de la llamada Agua No Registrada, que mete en el mismo cajón los consumos no autorizados (fraudes), los consumos autorizados no medidos, los errores de medida y las fugas de la red. La media de este indicador en España ronda el 25%, que es lo mismo que decir que la cuarta parte del agua urbana suministrada se desperdicia, aunque el año pasado, según el XIV Estudio Nacional de Suministro de Agua potable y Saneamiento 2016, se redujo al 23% gracias -según intuyen los operadores- a la tecnificación del sector, que cada vez dispone de mejores sistemas para detectar las fugas y contenerlas.
No obstante, es una mejora puntual y, de no remontar la inversión en renovación y mantenimiento de las redes e infraestructuras, las pérdidas irán in crescendo.
Mejor que la media mundial
España, líder de Europa en escasez hídrica, no está a la cabeza de los países de la Unión con menos pérdidas. Estamos a años luz de Holanda que, sin padecer escasez, puede presumir de un volumen de fugas de agua del 5%, el mínimo técnico-económico al que, según los expertos, se puede aspirar. También estamos lejos de Alemania, con un 7%, y de Austria, con un 9%. Igualmente nos aventajan Suecia, Bélgica, Reino Unido y Hungría; ninguno supera el 20% de pérdidas. Sólo mirando a Francia, que registra un volumen del 27%, o a Italia, con un 35% de agua desperdiciada, se puede pensar que no estamos tan mal.
En cualquier caso, estamos mejor que la media mundial. Según Global Water Market, en el mundo más del 40% del agua potable no se registra en los sistemas urbanos. En términos absolutos, se estima que el volumen de agua no registrada alcanza cada día los 45 millones de metros cúbicos, cantidad suficiente para dar servicio a 200 millones de personas. Treinta millones de metros cúbicos -cerca de un 67%- se consumen cada día sin ser facturados debido a fraudes y mediciones no exactas. El 33% restante correspondería a pérdidas físicas y a consumos que, aun siendo autorizados, no se miden.
Volviendo a España, el XIV Estudio Nacional de Suministro de Agua potable y Saneamiento 2016, elaborado por la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (Aeas) y la Asociación Española de Empresas Gestoras de los Servicios de Agua Urbana (AGA), no concreta cuál es el porcentaje de cada partida de la ANR. Sí lo desagrega el Informe Anual de Indicadores publicado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en junio de este año -en este caso con datos de 2013-, que señala:
"Las pérdidas reales de agua en las redes públicas de abastecimiento urbano por fugas, roturas y averías se estimaron en 678 hm3, lo que supuso el 15,7% del total de agua suministrada a dichas redes".
Los responsables de la gestión hídrica parecen resignados a esta situación. Como dice Fernando Morcillo, presidente de Aeas: "De momento, ese 23% es un porcentaje asumible". Lo que no resulta tan asumible son las situaciones concretas que sufren algunos municipios.
Grandes diferencias
Existen fuertes contrastes entre las distintas poblaciones españolas en lo que se refiere a pérdidas de agua. Las hay que rondan el mínimo técnico, como Mataró (Barcelona) que, según los datos que facilita Aguas de Mataró, registró en en el año 2014 unas pérdidas del 8,75% del agua suministrada.
Pero también las hay como Lanzarote, cuyos municipios, según el informe del Tribunal de Cuentas publicado este año, ha llegado a alcanzar unas pérdidas de agua del 54%, lo que le ha supuesto un coste de 83,5 millones de euros entre 2007 y 2011. En otras islas, las Baleares, el municipio de San José (Ibiza) superó el 42% de pérdidas en 2015.
Según los datos del INE, a la cabeza de las autonomías por pérdidas de agua están Cantabria y Extremadura, que se dejan por fugas un 39,2% y un 37,8% de su agua distribuida, respectivamente. En el extremo opuesto están Madrid y el País Vasco, donde las pérdidas se reducen al 7,2% y el 8,1%, respectivamente. "No invertimos en agua ni la mitad de lo necesario", apunta José Carbonell, presidente de AGA.