
El mercado ha castigado con fuertes caídas la sinceridad de IAG. El conglomerado aéreo ha reconocido que el Brexit afectará a sus operaciones en el corto plazo y ha rebajado levemente sus previsiones de crecimiento para 2016. "Tras el resultado del referéndum en Reino Unido, y dada la actual volatilidad del mercado, IAG (...) ya no prevé generar un incremento absoluto en el beneficio de las operaciones similar al registrado en 2015", asegura la dueña de Iberia y British Airways en un comunicado.
El año pasado la firma registró un beneficio de las operaciones de 2.325 millones de euros, un 67 por ciento o unos 930 millones de euros más que en 2014. Así la firma prevé que no se repetirá este ritmo de crecimiento, aunque seguirá siendo "significativo", porque se ha registrado un "entorno operativo más débil de lo esperado" y puede continuar en los próximos meses.
Aunque IAG ha dejado claro que el impacto se verá sólo "en el corto plazo" y reiterado que la salida de Reino Unido de la Unión Europea no tendrá "un impacto material a largo plazo en el negocio", el profit warning ha sentado como un jarro de agua fría en los mercados. Las acciones de la propietaria de Iberia se han desplomado un 26,86 por ciento en la jornada hasta los 5,018 euros, registrando la mayor caída de su historia y del Ibex.
Calma en Aena
Aunque IAG es el principal cliente de Aena y la compañía está muy expuesta al mercado inglés, el mercado confía en que el Brexit no tenga un gran impacto en las cuentas gestor aeroportuario, que ha cerrado el viernes negro con una caída del 7,9 por ciento. Por un lado, a pesar de que Aena posee el 51 por ciento de aeropuerto de Luton, éste tiene poco peso en la firma al aportar el 6 por ciento de los ingresos y el 3 por ciento del ebitda.
Por otro lado, aunque la caída de la libra y la vuelta de las fronteras puede lastrar la llegada de turistas británicos a España, el principal mercado de Aena (el 17 por ciento de los pasajeros vienen de Reino Unido), los analistas confían en que el viajero inglés será sustituido por el nacional y el de otro país. "España no tiene competencia como destino de vacaciones y el sector turístico es muy flexible. No creo que vaya a tener un gran impacto en los pasajeros aunque haya tensión en el corto plazo", dice Rafael Fernández de Heredia, analista de BEKA.