El proceso de venta de Freixenet ha entrado en su recta final tras la presentación de una oferta por parte del grupo alemán Henkell por valor de 500 millones de euros. Aunque la empresa ha aceptado abrir sus libros de cuentas para la realización de una due dilligence o auditoría de los activos, el presidente de Freixenet, José Luis Bonet, insistió ayer en que "no tenemos ninguna prisa", recordando que lo importante "es mantener la armonía familiar".
El problema del fabricante de cava catalán es que hay tres ramas familiares que se han enfrentado entre sí. Por un lado están los Ferrer, con el 42% del capital y por el otro los Hevia y los Ferrer, con un 29% de las acciones cada uno. Los Hevia fueron primeros en anunciar su intención de vender tras criticar la gestión que está llevando a cabo el consejero delegado, Pedro Ferrer.
Su situación no era fácil porque resultaba muy complicado encontrar a alguien que quisiera comprar un paquete minoritario, pero, entonces, pactaron con los Bonet, que parecían también dispuestos a desprenderse de los títulos. Eso, hasta ahora, porque los Bonet, o al menos algunos de ellos, como el presidente José Luis Bonet, no parecen ahora tan dispuestos a vender.
"Es cierto que hay una oferta y en su momento se estudiará, pero por ahora no hay ninguna decisión tomada", insistió ayer Bonet durante la presentación en la Cámara de Comercio de España del nuevo portal gastromarcaespana.es, una iniciativa impulsada por la Real Academia de la Gastronomía, en colaboración el Alto Comisionado de la Marca España, la Cámara de Comercio y el ministerio de Agricultura y Alimentación, para dar a conocer nuestros productos y restaurantes a nivel mundial.
"Lo que tiene que hacer la industria alimentaria española es internacionalizarse, pero lo debe hacer con marca", señaló ayer Bonet durante su presentación.
