Empresas y finanzas

Los tipos negativos llevan al seguro a 'guardar' 23.800 millones en cuentas

La hucha sube 10.000 millones en meses por la falta de activos sin riesgo rentables

La reaseguradora Munich Re, la mayor del mundo, desveló en marzo una insólita decisión. Tras años de almacenar oro en cajas fuertes, guardaba también 10 millones de euros en efectivo ante la ausencia de alternativas inversoras claras. Quizá sea una iniciativa singular, pero sintomática de una situación que sufre todo el sector asegurador por el escenario creado con los tipos bajos y la nuevas reglas de solvencia.

El colchón de tesorería de las aseguradoras españolas alcanzó 23.788 millones el pasado septiembre. En sólo nueve meses engordó en más de 10.000 millones o en un 73 por ciento. Son recursos de máxima liquidez, mantenidos en cuentas a la vista, circulante o aplicados en inversiones cortoplacistas como los repos. Se trata nada menos que del 8,65 por ciento de los 275.000 millones que integran su cartera inversora y el acopio no responde a una estrategia de contar con liquidez para aprovechar oportunidades, sino por la dificultad para encontrar activos que den rentabilidad sin asumir riesgos.

El sector ha tratado tradicionalmente de maximizar sus recursos con posiciones en deuda, sobre todo soberana y española; con una robusta cartera de inmuebles y aprovechando también los otrora rentables depósitos bancarios. Sus apuestas por renta variable u otros activos no garantizados han sido limitadas porque la regulación penaliza el riesgo con mayor exigencia de capital, puesto que busca proteger recursos que, en su mayor parte, respaldan compromisos futuros de las compañías con sus clientes.

El ascenso vertiginoso de la hucha coincide con una caída abrupta del ahorro en depósitos. Las imposiciones a plazo se han desplomado desde los 22.062 millones de 2012 a unos 14.517 millones el pasado septiembre, según las estadísticas de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones.

Las medidas arbitradas por el BCE para reactivar la economía han fulminado las antes atractivas rentabilidades de estos productos y ahora algunos bancos, incluso, han comenzado a cobrar a las empresas por custodiarles sus ahorros.

El depósito languidece

El desafío es la inexistencia de alternativas fáciles y aún más después de la entrada en vigor de Solvencia II. Este nuevo marco regulatorio exige acumular capital en función del riesgo efectivamente asumido, es decir, penaliza cualquier inversión no garantizada.

La única excepción es la deuda soberana, que continúa considerando como activo libre de riesgo, aunque hay voces en favor de reformular esta situación, como ocurre en banca. Y es el camino recorrido, en gran parte, por el sector español, junto a una mayor apuesta por la inversión en fondos extranjeros.

La encrucijada empuja al sector a probar alternativas, tales como participar en créditos a otras compañías, invertir en capital riesgo o infraestructuras. Grandes grupos europeos como Allianz, Axa o la misma Munich Re llevan algunos años acometiendo inversiones de calado como coprestamistas o en proyectos en renovables, hoteleros o el trazado de suburbanos, incluso españoles. Algunas de esas inversiones comprometen más de 100 o 200 millones de euros unitarios.

La incursión de las compañías españolas es, en cambio, muy prudente, con pies de plomo y realizando pequeñas catas. Y es que la regulación impone demostrar la capacidad para gestionar y monitorizar esos riesgos, algo que aconseja adquirir experiencia en su evolución.

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