
Dicen que del cerdo, hasta los andares. El refrán es especialmente cierto si se tiene en cuenta que hasta el estiércol y las flatulencias de la ganadería porcina sirven para generar energía renovable.
Duke Energy, una de las mayores empresas eléctricas de Estados Unidos, ha confirmado esta semana que comprará millones de metros cúbicos de gas metano procedente de la digestión de la abundante cabaña de cerdos del estado de Carolina del Norte, y los quemará para producir electricidad en cuatro plantas de generación.
Esta fuente de energía se considera que es renovable porque teóricamente no incrementa la cantidad de carbono en la atmósfera, aunque la realidad es que buena parte de la producción porcina sería inviable sin la quema de combustibles fósiles. Tómese como ejemplo el gasóleo utilizado en el transporte de animales o en el cultivo del pienso con el que se alimenta a los cerdos.
Pese a ello, la normativa de Carolina del Norte es clara, y las eléctricas tienen el mandato de recurrir al estiércol de cerdo para producir energía. La razón fundamental es medioambiental, pero no tiene que ver con el cambio climático.
Este Estado es uno de los que tiene una industria cárnica más potente de EEUU, y cada año se producen millones de litros de desechos que a menudo terminan en balsas al aire libre, con el peligro de catástrofe medioambiental que eso conlleva.