
Iberdrola ha recibido el visto bueno del Gobierno de Portugal para poner en marcha el mayor proyecto hidráulico en el país vecino. Todo comenzó a fraguarse el pasado 18 de abril, cuando el ministro de Medio Ambiente portugués, Joao Pedro Matos Fernandes, se reunió con las compañías promotoras y los representantes de los municipios afectados por las presas del Támega, Alvito, Fridão y Girabolhos.
El motivo era informarles de los resultados de la revisión del Programa Nacional de Presas de Alto Potencial Hidroeléctrico (PNBEPH, por sus siglas en portugués) que se había impuesto a principios de año el Gobierno luso de Antonio Costa. La conclusión: los embalses de Gouvães, Daivões y Alto Támega, adjudicados a la española Iberdrola, siguen adelante, al igual que Foz Tua, competencia de la eléctrica portuguesa Energías de Portugal (EDP). La construcción de las presas de Alvito y Girabolhos se cancela y se suspende la de Fridão, cuya idoneidad se volverá a valorar dentro de tres años.
El Ejecutivo portugués justificaba el cambio de planes apoyándose en aspectos legales, contractuales y financieros, en las "expectativas de los municipios cubiertos" por las infraestructuras, en los objetivos de energías renovables que plantea para el país y en la estrategia de descarbonización que ha emprendido la economía portuguesa. En resumen, tras esta decisión gubernativa se esgrimen motivos presupuestarios, una nueva planificación energética, cambios en la demanda y presiones ecologistas. Y si los proyectos del Támega se han salvado ha sido porque, según el Gobierno portugués, al estar iniciada su construcción, cancelarlas implicaría el pago a sus promotores de más de 300 millones de euros como indemnización por daños y pérdida de beneficios.
Inversión de 1.000 millones
La decisión deja tranquila a Iberdrola, "satisfecha con los resultados de la revisión del PNBEPH, que permiten continuar con la construcción del proyecto de aprovechamiento hidroeléctrico del Alto Támega, según lo establecido en el contrato de concesión", tal y como han manifestado responsables de la eléctrica española, que calculan que la inversión total superará los 1.000 millones de euros a lo largo de los nueve años que durará la construcción de las tres presas: Gouvães, Daivões y Alto Támega.
Las obras del llamado complejo hidroeléctrico del Alto Támega, uno de los proyectos hidráulicos más importantes abordados en los últimos 25 años en Europa y el único que Iberdrola promueve en Portugal -donde no tiene ninguna central de este tipo, aunque sí dispone de 92 megavatios eólicos-, se iniciaron en diciembre de 2014 y está previsto finalizarlas en junio de 2023. El complejo tendrá una capacidad total de 1.158 MW repartidos entre Gouvães, con 880 MW, que estará operativa en 2021; Daivões, 118 MW, que entrará en funcionamiento en 2022; y Alto Támega, 160 MW, que arrancará en 2023. Está previsto que el proyecto genere alrededor de 3.500 puestos de trabajo directos y 10.000 indirectos.
Según fuentes de la compañía, "esta infraestructura representa una muestra más de nuestra apuesta histórica por las energías limpias, así como una importante aportación al mercado ibérico de electricidad". Iberdrola podrá explotar el complejo durante 65 años. El grupo, que cuenta en la actualidad con 10.000 MW hidráulicos en todo el mundo, ha recalcado que con Alto Támega seguirá impulsando el medio ambiente y la sostenibilidad, evitando la emisión de 1,2 millones de toneladas anuales de CO2. Además, la ubicación del complejo del Támega, cerca de Galicia, donde está previsto reforzar las interconexiones eléctricas entre España y Portugal, y próxima a los aprovechamientos españoles de Duero y el Sil, permitirá a Iberdrola optimizar sus costes de explotación.
La española Endesa, controlada por la italiana Enel, lleva ocho años trabajando en su proyecto luso, en el que ya ha invertido alrededor de 90 millones de euros, entre el dinero que pagó al Estado portugués en el momento del contrato (35 millones), y los estudios medioambientales previos y las expropiaciones y adecuación de los terrenos realizados en la primera fase -ya concluida- para la puesta en marcha de la presa de Girabolhos.
El Ejecutivo portugués tranquilizó a sus ciudadanos asegurando que "la cancelación de los proyectos no supondrá coste para el Estado". Es decir, que Endesa se queda fuera del mercado hidroeléctrico portugués y no recuperará ni uno de los 35 millones depositados en concepto de canon inicial en 2008, ni de los 55 millones invertidos desde entonces para desarrollar su proyecto. Eléctrica y Gobierno han acordado cancelar la construcción de la central hidroeléctrica en el río Mondego sin llevar a cabo ningún tipo de reembolso o compensación.
En Portugal, Endesa tiene dos centrales térmicas en Pego y Abrantes, con una potencia instalada total de 1.479 MW. La central de Girabolhos suponía su desembarco en el negocio hidroeléctrico del país vecino. Para explicar que no van a recurrir la decisión ni a reclamar la devolución de la inversión realizada, fuentes de la empresa manifiestan que "los intereses y la evolución de la demanda hidroeléctrica portuguesa no son los mismos de 2008". Y simultáneamente aseguran que no renuncian al mercado portugués, que no ha perdido ni un ápice de interés para Endesa.