Empresas y finanzas

La ortodoxa política económica de Lula dio frutos en Brasil

Jaime Ortega Carrascal

Brasilia, 26 sep (EFECOM).- Los brasileños elegirán presidente el próximo 1 de octubre en un ambiente económico muy distinto al de hace cuatro años, cuando el inminente triunfo del operario Luiz Inácio Lula da Silva sacudió a los mercados y proyectó sombrías previsiones para el país.

El sindicalista Lula reveló en la Presidencia una faceta ortodoxa para la conducción de la economía que sorprendió hasta a sus compañeros del Partido de los Trabajadores (PT), y ahora aspira a la reelección respaldado por buenos datos económicos.

En casi cuatro años del gobierno Lula, la meta del superávit fiscal primario subió del equivalente al 3,75 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) al 4,25 por ciento, aunque sin recortar el gasto público, y el país mejoró el perfil de su deuda gracias a la reducción de la vulnerabilidad externa.

Como consecuencia de eso, el riesgo país, termómetro de la confianza internacional, cayó recientemente a su mínimo histórico de 205 puntos, número que contrasta con el de días previos a las elecciones de 2002, cuando las turbulencias del mercado por el miedo a Lula llevaron al indicador a superar los 2.400 puntos.

Durante su gobierno, el país, ayudado por la coyuntura internacional favorable, se libró además de los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pagó anticipadamente su deuda con ese y otros organismos multilaterales, y la tasa de cambio pasó de una cotización cercana a los 4 reales a los 2,15 actuales.

La inflación, que en 2002 fue del 12,5 por ciento, bajó al 5,69 por ciento en 2005 y en los primeros ocho meses de este año se situó en el 1,78 por ciento, un alivio para los brasileños, que todavía recuerdan los años de la hiperinflación que destrozó la economía.

Desde que Lula asumió el gobierno los tipos básicos de interés bajaron del 25,5 al 14,25 por ciento anual, un nivel todavía alto para los patrones mundiales, las reservas internacionales superaron los 70.000 millones de dólares, y las exportaciones y la balanza comercial batieron récords.

Pese al ramillete de datos financieros positivos, el "espectáculo del crecimiento" económico prometido por Lula no se materializó y en los primeros tres años de su gobierno el PIB creció en promedio el 2,58 por ciento, la mitad del resto de países emergentes.

Para este año la proyección del PIB hecha por el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA), vinculado al Ministerio de Planificación, bajó del 3,8 al 3,3 por ciento.

Otro lunar en su política económica ha sido el desempleo, pues Lula prometió hace cuatro años que crearía 10 millones de puestos de trabajo y hasta julio pasado sólo se habían abierto 4,5 millones de nuevas plazas, según datos oficiales.

Con eso el desempleo, que en 2002 era del 11,7 por ciento, se situó en el 10,7 por ciento julio pasado, lo que sumado a la escandalosa desigualdad en la distribución de renta, deja a Lula pendiente en las asignaturas económicas con más impacto social.

"En general la trayectoria de la economía bajo el gobierno Lula ha sido positiva, con grandes avances, pero no es satisfactoria", dijo a Efe el director de la agencia de clasificación de riesgo Austin Rating, Alex Agostini.

El especialista destacó que, si bien es cierto que "la economía brasileña ahora es más robusta y con menores riesgos", todavía hay mucho que hacer para reducir el desempleo y la concentración de renta.

Agostini considera que es "una paradoja", que Lula, que fue elegido con promesas de empleo y reducción de las desigualdades sociales, se haya quedado en ambos campos "abajo de lo esperado", mientras el resto de indicadores económicos van viento en popa.

Para que Brasil dé lo que los especialistas llaman "salto de calidad" en la economía, es indispensable que el próximo gobierno haga las reformas estructurales, como la tributaria y de la seguridad social, que Lula prometió impulsar sin éxito.

El abultado déficit de la seguridad social, de 40.000 millones de reales (unos 18.600 millones de dólares) anuales, la alta carga tributaria, que en 2005 fue del 37,37 por ciento del PIB, y los elevados intereses frenan el crecimiento, las inversiones y la generación de empleo e impiden que se concrete el "círculo virtuoso" de la economía soñado por Lula. EFECOM

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