Empresas y finanzas

Una cadena de fallos en Deutsche Bank permitió blanquear 10.000 millones procedentes de Rusia

  • Parte de los fondos procede de personajes afines a Vladimir Putin

Un informe interno revela cómo todos los controles del Deutsche Bank fallaron a la hora de detectar e impedir un enorme flujo de dinero negro que salía de Rusia utilizando los canales de la entidad financiera, y cómo el banco alemán no cumplió con su mandato de alertar a los reguladores en Fráncfort, Londres y Nueva York.

Conforme figura en el documento al que ha tenido acceso Bloomberg, a comienzos de 2014 saltaron las primeras alarmas: un banco chipriota consultó a la sede de la entidad en Londres, el propio banco central ruso hizo algunas preguntas y funcionarios de Moscú incluso compilaron una lista de transacciones que consideraban sospechosas para que el banco alemán les echase un vistazo.

Algunas de esas reclamaciones fueron simplemente ignoradas. Y otras se desecharon tras un breve examen. El caso es que tendría que pasar un año entero (toda una eternidad, en el mundo acelerado de las transferencias de fondos instantáneas) para que el banco alemán se pusiese manos a la obra. Y eso una vez que las autoridades rusas habían comenzado ya a interrogar a empleados del Deutsche Bank en ese país.

¿Cómo pudo pasar? El informe asegura que el sistema de controles internos para evitar el blanqueo de dinero y otros delitos financieros tiene fallos "sistémicos" que permitieron que más de 10.000 millones de dólares saliesen de tapadillo de Rusia desde 2012 hasta finales de 2014.

Por el momento la entidad de bandera alemana ha provisionado 5.500 millones de euros (unos 6.200 millones de dólares) para hacer frente a los costes legales y a las indemnizaciones que le reclaman sus accionistas, que han visto cómo las acciones cotizan ahora a un tercio del precio de emisión.

La dirección renovada del banco promete que ha "abordado esas deficiencias y ha tomado medidas disciplinarias respecto a ciertos individuos", pero eso no detendrá las investigaciones que han puesto en marcha los reguladores europeo y estadounidense.

Así fue el blanqueo

La lavadora de dinero ruso funcionaba de forma sencilla: se compraban en Moscú acciones de empresas locales con una alta capitalización, y se pagaban en rublos. Después bastaba con vender esas mismas acciones en Londres, ingresando la cantidad correspondiente en dólares.

Aunque este tipo de operaciones no son ilegales per se, los protocolos para evitar el blanqueo internacional de dinero requieren un escrutinio directo para comprobar que la operación responde a una necesidad fundamental del cliente y no es una mera tapadera para sacar dinero del país de forma subrepticia.

En el caso del fraude tolerado por Deutsche Bank, el sistema empleaba una red de empresas radicadas en paraísos fiscales y de brókers rusos, que no se molestaba demasiado en esconder sus actividades: las operaciones no sólo movían volúmenes que deberían haber llamado la atención de cualquiera de los agentes operando en el banco -que era el intermediario por cuyas manos pasaban todas ellas-, sino que además siempre lo hacían en la misma dirección, desde Rusia hacia el extranjero.

La sombra de Putin

A mediados de 2014 el torrente comenzó a llamar la atención del banco central ruso, que alertó a Deutsche Bank. También sus propios empleados avisaron a la entidad alemana. La respuesta de la dirección fue dejar de operar con algunas de las compañías denunciadas, pero el grueso del blanqueo continuó sucediendo gracias a que la oficina londinense de Deutsche Bank, que ignoraron los avisos.

Claro que en Rusia las investigaciones tampoco han ido más lejos. Algunos informes señalan que parte de los fondos evadidos pertenecen a un familiar de Vladimir Putin (cuyo nombre no se ha dado a conocer), así como a dos de sus más viejos amigos: los hermanos Arkady y Boris Rotenberg. No parece que Moscú haya puesto a estos viejos conocidos de la plutocracia rusa bajo la lupa, y el Kremlin ha respondido que las acusaciones no tienen fundamento.

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