Empresas y finanzas

Una tribu de indios rechaza los 800 millones que les ofrecían por dejar pasar un gasoducto

  • Bloquean por unanimidad la propuesta de la malasia Petronas
Petronas pretendía instalar un conglomerado gasista en el estuario del Skeena.

La etnia de los Tsimshian, nativos americanos cuyo territorio se encuentra en la región noroccidental de Canadá, ha sorprendido al mundo al rechazar una fortuna que a efectos prácticos les habría convertido a todos ellos en millonarios, para impedir que Petronas construya un gigantesco gasoducto en la tierra de sus ancestros.

Todos y cada uno de los más de 3.000 miembros que componen esta comunidad agrupada bajo el gobierno de Lax Kw'alaams, votó en contra de la oferta que la petrolera malasia había hecho: 1.150 millones de dólares canadienses en efectivo, contantes y sonantes (unos 800 millones de euros) a cambio de una simple servidumbre de paso para sacar de Canadá millones de metros cúbicos de gas natural licuado.

Incluso el jefe indio Yahaan, opuesto radicalmente a la propuesta de la multinacional, pensaba que los miembros de su tribu aceptarían los más de 250.000 euros por cabeza que se habían puesto sobre la mesa: "oportunidades como esa no se presentan todos los días", afirma en declaraciones al diario británico The Guardian.

Y es que la existencia en esta nación de nativos americanos que es Lax Kw'alaams no difiere mucho de la de otras "reservas", sin apenas empleo y con una situación de pobreza tan arraigada que casi ningún miembro escapa de ella.

En cambio, por unanimidad decidieron no ponerle precio a su pequeño paraíso, un estuario costero casi intacto, meca para la pesca de salmón salvaje y en el que Petronas quería plantar una planta de procesamiento del gas.

Claro que para llegar a esa negociación tuvieron que luchar. Porque el Gobierno de Columbia Británica ya había dado su permiso para construir la instalación sin consultar a los Tsimshian. Así que echaron sus botes al agua y plantaron sus tiendas en la una pequeña isla en el centro del estuario, justo por donde debería pasar el gasoducto.

El activismo de esta tribu ha puesto en solfa las declaraciones del liberal Justin Trudeau, primer ministro de Canadá que entre sus recientes promesas electorales había incluido la máxima de "el gobierno expide la licencia, pero sólo las comunidades dan el permiso". Y es que, al mismo tiempo que ofrece soluciones para luchar contra el cambio climático, Trudeau dibuja sobre el mapa sueños de pleno empleo basados en la industria petrolífera y gasista.

Sus planes se han topado ahora con la tozudez de unos pocos canadienses, los primeros en llegar y que, como recuerda su jefe, "mostraron su amor y su pasión por la tierra y el agua. No hay dinero suficiente que pueda pagar las riquezas del río y lo que nos proporcuiona"

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