
El mal uso que muchos empleados hacen de las herramientas de trabajo que pone a su disposición el empresario es tan habitual que numerosas organizaciones implantan de forma sistemática cortafuegos para, por ejemplo, impedir que algunos asalariados pasen el día viendo vídeos de gatitos o descargándose pornografía. Un nuevo sistema desarrollado en Estados Unidos podría refinar estos sistemas de censura, dejando algo más de margen a los trabajadores que cumplen, pero sin abrir la puerta a la procastinación.
Y es que el problema de los filtros que se activan para cientos de ordenadores al mismo tiempo es que no suelen ser nada refinados. Cuando los responsables de sistemas cierran el grifo de algunas páginas de internet lo normal es que corten por lo sano, y que ante la duda prefieran excluir centeneras de sitios web.
El resultado abusurdo es que, por ejemplo, el responsable de las cuentas social media de una compañía podría terminar sin acceso a Facebook, o la secretaria del presidente sin poder los vídeos que la propia compañía ha colgado en su canal de YouTube.
Para evitarlo, científicos de la Universidad Estatal de Arizona han desarrollado un software más benevolente, y lo han puesto a prueba en una empresa real. Su estudio demuestra que un enfoque más ajustado y afinado de la censura dentro de la empresa mejora la productividad del empleado.
Para ello su sistema cuenta con una tercera categoría, a medio camino entre la de sitios web permitidos y la de sitios web prohibidos. Facebook, por ejemplo, podría estar en esa zona gris en la que el usuario puede acceder, pero por tiempo limitado, como recuerda The Wall Street Journal.
El mecanismo tolera que el empleado pierda unos cuantos minutos al día relajándose en su red social favorita, pero en bloques de 10 minutos. Pasado ese tiempo, el trabajador tendrá que esperar unas cuantas horas para poder volverse a conectar. También se fija un cupo máximo de 90 minutos a la semana en sitios como el mencionado Facebook, que una vez agotado no se recarga hasta el lunes siguiente.
Como consecuencia, el empleado no siente una excesiva coerción por parte del empleador y recuerda en todo momento que está utilizando el tiempo de trabajo para asuntos personales.
Como confirma uno de los desarrolladores del sistema, esta política de tolerancia limitada "hace que los empleados se sientan parte de la toma de decisiones, en lugar de como súbditos que deben cumplir los edictos que decreta la cúpula de la empresa".