Taylor Swift se declaraba a sí misma el pasado verano como miembro del "escuadrón del cisne", el último grito en colchonetas de playa gigantes: gigantescos flotadores con formas de fantasía, desde flamencos a pegasos, pasando por caballos o los protagonistas del juego Pac-Man.
La publicidad de los famosos, como Swift o como Justin Bieber, ha convertido en tendencia un juguete de playa que cuesta más que algunas embarcaciones: hasta 400 dólares.
Y por eso la compañía Big Mouth ha tenido que acelerar la producción, para satisfacer la demanda que se le echa encima. Claro que el secreto de sus productos no está tanto en el diseño, que es más o menos convencional, como en el tamaño de los productos.
En todo caso, la mayor parte de sus ventas sigue estando en la escala que podríamos calificar sólo como 'grande'. Los modelos más gigantescos "van a parar festivales o nos los compra el usuario extravagante, gente que está por encima de todo", y por eso 'sólo' se venden 1.000 unidades al año, aunque la publicidad gratuita de las celebrities en Snapchat o Instagram.
Tras experimentar con un donut de 140 centímetros, Big Mouth prefirió reducir las dimensiones hasta 120 centímetros. Y a partir de allí, los modelos fueron creciendo hasta llegar al rey de la colección: un flamenco de casi cuatro metros de altura con el que casi se puede 'volar' sobre el agua.
