
El presupuesto militar de Estados Unidos es tan abultado que no se agota en drones ultramodernos o en cazabombarderos a 135 millones la pieza. La chequera del 'tío Sam' es tan generosa que puede al mismo tiempo preocuparse de combatir el terrorismo islamista en medio mundo... y de cuidar la salud del planeta. Ese es precisamente el objetivo de un programa más cosmético que ecologista denominado Great Green Fleet, que pretende reducir a la mitad el consumo de combustibles fósiles.
Y como parte de esa Gran Flota Verde, la marina de EEUU ha presentado esta semana su primer buque respetuoso con el medioambiente, que impulsa sus radares y sus cañones con un ingrediente no muy secreto: sebo de vaca.
Se trata del USS Stockdale, un destructor de la clase Arleigh Burke, gemelo a los cuatro con los que España ha pasado a formar -de hecho- parte del escudo antimisiles que EEUU ha desplegado contra Rusia, y que tienen su base en Rota (Cádiz).
Claro que el Stockdale no quemará directamente grasa de bovino (entre otras razones, por su alto contenido en azufre). La idea del Pentágono es usar ese sebo como fuente para producir biocombustible de alto octanaje, que se mezcla con diésel tradicional procedente del petróleo, y por eso ha comprado cerca de 300.000 litros, a poco más de medio dólar por litro.
Desde luego, con un destructor no se hace una flota. El Stockdale se unirá al Grupo de Ataque del Portaaviones Tres, el John C. Stennis, en el que además se integran el crucero de misiles USS Mobile Bay, además de los destructores William P. Lawrence y Chung-Hoon.
"La Gran Flota Verde demuestra cómo estamos transformando el uso que hacemos de la energía para convertirnos en mejores guerreros, para ir más lejos, permancer allí más tiempo y desplegar más potencia de fuego", señalaba el secretario de Marina Ray Mabus, en declaraciones citadas por Defense Tech.