
La economía colaborativa está abriendo un nuevo frente prometedor, como prueban firmas como Uber, Airbnb y otra docena en sectores tan diversos como la comida o el periodismo. Sin embargo, Europa continúa sin posición sobre cómo tratar a estas firmas, en las que particulares comercian con particulares a través de unas plataformas digitales que se llevan una buena tajada de los ingresos.
La protesta de los taxistas en media Europa por lo que consideran la competencia desleal de Uber ha empujado a la Comisión Europea a intentar dar una solución comunitaria. Este grupo considera que la exitosa startup no cumple con los mismos requisitos que ellos tienen que seguir para dar el mismo servicio.
El dilema es si estas nuevas empresas deben ser reguladas como proveedoras de servicios tradicionales, por lo que sus conductores deberían tener licencias y seguros específicos según las leyes nacionales, o son firmas digitales que simplemente facilitan el contacto entre particulares, por lo que caerían bajo el paraguas de la legislación europea del mercado único.
La Comisión se encuentra en pleno proceso de búsqueda de información antes de tomar una posición. Clarificará qué reglas existentes se aplican a la economía colaborativa y los potenciales huecos regulatorios, cuando publique el próximo mes su nueva estrategia para el mercado interior. Además, el Ejecutivo comunitario incluirá algunas preguntas sobre este tema cuando lance su consulta el próximo 24 de septiembre sobre las plataformas online, es decir, webs como Google, Facebook o Apple. Para profundizar en la cuestión de la movilidad, Bruselas también lanzará en los próximos días un estudio sobre el mercado de taxis y los servicios de limusinas en los Estados miembros.
Aliados en Bruselas
Hasta ahora, los jueces nacionales se han puesto del lado de los taxistas en países como España, Francia o Alemania. Sin embargo, el sector desconfía de la proliberal Comisión y de algunos de los comisarios involucrados en el dossier de la economía colaborativa, como la polaca Elzbieta Bienkowska o el estonio Andrus Ansip. Para buscar aliados dentro de la institución, el Sindicato Internacional de Transporte por Carretera, que agrupa a varias asociaciones nacionales de taxistas, se reunirá este miércoles con el gabinete de la comisaria de Empleo y Asuntos Sociales, Marianne Thyssen. Porque Uber "esta poniendo el modelo social europeo en peligro", señala Pierre Steenberghen, secretario general del sindicato de taxistas belga GTL.
Hasta ahora, Thyssen no forma parte del grupo de cuatro comisarios directamente involucrado en el tema, en el que participan las direcciones generales de transporte, mercado interior, justicia, y agenda digital. Sin embargo, el gabinete del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, también considera que la comisaria belga debería participar en estos trabajos para reforzar la dimensión social del debate, según cuenta una fuente comunitaria.
Para mantener la presión en la calle, más de un millar de taxistas de Bélgica, con refuerzos de Francia, bloqueará las calzadas de Bruselas el día del encuentro con Thysenn. De esta manera, este sector quiere mantener viva la protesta que se ha extendido por numerosos países de la unión.
Solución equilibrada
Steenberghen es consciente de que dentro del Ejecutivo comunitario, un número significativo de voces puede ver a Uber, y sus hermanas en otros sectores, como un "ejemplo" de la economía a la que aspira Europa. "Habrá una lucha dentro de la institución, pero espero que se alcance un consenso porque es una discusión importante para el conjunto de la economía colaborativa", enfatiza.
La portavoz de la Comisión, Lucía Caudet, adelanta que "queremos permitir el desarrollo de estos servicios, pero de una manera equilibrada, teniendo en cuenta la protección de los consumidores, aspectos fiscales o relaciones laborales".
El responsable de asuntos públicos de Uber en Europa, Mark MacGann, lamenta que los estados miembros estén bloqueando el desarrollo de compañías innovadoras como la suya en base a "reglas anticuadas". Por eso, pide una aproximación europea para ahorrar estas barreras nacionales, partiendo de la base del mercado único, aplicable a los servicios digitales.
Las organizaciones de consumidores saludan la llegada de estas nuevas maneras de hacer negocios. "Pero esto no significa que debemos aceptar cualquier cambio, como las nuevas empresas que no respetan sus obligaciones fiscales, de derechos laborales o protección de los consumidores", indica Bernardo Hernández, vocal en el Consejo de los Consumidores.
Hernández, subraya que Uber es un buen ejemplo de la complejidad del debate, ya que "afecta a un sector muy cerrado a la competencia y a la innovación".