
El consejero delegado de Siemens Industry, Pascual Dedios, asegura en una entrevista con elEconomista que ya es hora de que la industria española vuelva a despegar y traiga con ello el empleo de calidad. En los momentos de crisis, la reconversión se ha superado con nota y es el momento ideal de volver a invertir en tecnología.
¿Es el momento para volver a pensar en el I+D, en que España tenga un plan industrial a futuro?
Hay más optimismo. Y si no hay industria, no habrá empleo de calidad. Son mensajes muy buenos que se han lanzado últimamente desde el Gobierno y que ahora se acompañan de un buen entorno: la prima de riesgo está baja, hay disponibilidad de crédito... aunque otra cosa es que las empresas lo pidan.
¿Se han vuelto ahora más prudentes las empresas?
Mucho más. Siemens cuenta con su servicio Financial Services y cuesta llegar a las pequeñas empresas. Los años siguientes al crack de 2008 había mucha más demanda de crédito pero el dinero estaba por las nubes. Todavía hay mucha prudencia. España crece en su PIB, aunque el indice de Producción Industrial no se incrementa desde mayo. La explicación del estancamiento es que el 60% de los productos industriales españoles aterrizan en Europa Central y luego se dispersan en países como Australia y México.
¿Qué ocurre en Europa?
Se encuentra en una situación complicada. Los indicadores que se manejan en Alemania muestran un estancamiento y esto supone que muchos de nuestros clientes industriales, fabricantes de maquinaria que exportan a este país y a otros como Francia, tienen dificultades. Hemos tenido un año 2013-2014 muy flojo en el área de soluciones de mecánica del automóvil para exportación. El país goza aparentemente de un mayor respeto en el entorno, pero la industria está afectada por los países a los que exporta.
¿Y hay alguna solución para mejorar las exportaciones?
Si hemos sido capaces en los peores años de la crisis de reorientar nuestra producción hacia otros países, ese coraje subyace y encontraremos otros mercados. No nos vamos a quedar parados. Lo hemos pasado tan mal que las empresas que han quedado lo tienen claro: el mundo es mucho más global. España en los años de crisis ha perdido posiciones. En 2007 se situaba entre el puesto noveno y el décimo, comiéndole el terreno a Canadá. Hoy somos el país 13 ó 14 y Corea del Sur, mucho más pequeño en territorio, nos ha adelantado. Pero seguimos estando entre los 15 países más grandes del mundo.
¿Falla la formación en España?
Ahora España tiene dimensión, confianza y conocimiento. Me duele mucho cuando se critican los aspectos formativos, ya que tenemos mucha base: somos la décima potencia mundial en publicaciones científicas con 70.000 anuales y se tiene que convertir ese conocimiento en décimas de PIB. Investigar con cabeza, con foco, controlar los gastos... El último plan industrial formal es de antes de la transición. Después, sólo hemos tenido desinversiones y reestructuraciones de sectores tan importantes como el naval o la minería. España tiene que reflexionar para diseñar el modelo de industria que quiere tener en los próximos 15 años.
¿Eso ya lo hacen otros países como Francia y Alemania?
No tiene nada que ver el Gobierno que esté en el poder. Es una voluntad de país y Alemania lo hace con Industria 4.0, que surge como una necesidad de crear futuro, de distanciarse de competidores como los asiáticos. Alemania, EEUU, Japón e Inglaterra son países que tienen claramente marcada una estrategia industrial y no les va mal porque son las economías que antes han salido de la crisis.
Eso no quita para que hayan tenido que hacer una reforma laboral, como es el caso de Alemania, que dio lugar a los minijobs: los empleos para todos. Pero los salarios no deben seguir bajando más. Podemos flexibilizar, si ello supone que una empresa pueda ofrecer un trabajo de cuatro horas pero decentemente remuneradas. No podemos empobrecer el país a base de recortar salarios porque se ha hecho un esfuerzo brutal.
¿Qué depara el 2015?
La industria que vive de la obra pública se alegra mucho de la aparición de dinero para inversión en infraestructuras. La industria que vive de vender su tecnología (fabricantes de maquinaria, etc) no ve nunca el dinero público, pero es la que más hay que cuidar porque da empleo. Si una constructora española gana un contrato en EEUU no va a llevar trabajadores de España. Llevará cuadros técnicos, pero el empleo se genera fuera. La industria más tecnológica es la que exporta y deja en España ese valor añadido. Ese es el tejido industrial que no debemos permitir que desaparezca.
¿Ha sido el más dañado?
El sector industrial se ha reconvertido adecuadamente. Si antes vendían 100, ahora venden 70, pero con sufrimiento siguen adelante. La reforma laboral les ha ayudado, insisto. Pero ahora llega el momento de invertir en tecnología. Esto te permite diferenciarte, no ser la mano de obra barata de otro. Para ellos, Siemens está lanzando un concepto integral digital, con el que se tiene la posibilidad de diseñar un producto sin fabricarlo o una fábrica sin construirla, para hacerla eficiente sin invertir apenas dinero. La digitalización es el futuro. Estoy trabajando con la Universidad Politécnica de Madrid para crear un aula virtual, digital, en donde los futuros ingenieros, como una asignatura más de posgrado, puedan entrar en esta asignatura digital.
Póngame un ejemplo del mundo digital y cómo adaptarse a él.
Es el caso, por ejemplo, de la planta que Siemens ha montado en Martorell para el Audi Q3, en la que en la sala de montaje hay más robots que personas y cada robot es una célula ciberfísica que toma decisiones en el nivel que está predeterminado por el ingeniero. Todas esas decisiones convergen en una persona. Esto se llama smart data.
En la planta de Airbus en Illescas, Siemens ofrece mantenimiento tecnológico ¿se plantean realizarlo en el resto de plantas?
Airbus va a licitar dos plantas más en España y dentro de la más libre competencia vamos a intentar entrar en mantenimientos de tecnología en Getafe y Puerto Real.
¿Lo implantarán en otros sectores?
Sí. Hemos aprendido bastante y queremos hacerlo pero no todas las empresas se prestan, según tamaños y dimensiones. En España hay varios modelos que queremos explotar en sectores como el automóvil y alimentación.