Empresas y finanzas

La Tercera Edad se ha convertido en un todo 'filón' para las entidades bancarias

Que el aumento de la longevidad combinada con la reducción del número de nacimientos está provocando, mediante el consecuente envejecimiento, un notable cambio sociológico en España no es ningún secreto. A partir de esa situación, se va conformando progresivamente un grupo social que presenta una serie de características y demandas específicas.

Así, los mayores de 65 años, al elevarse su tamaño como colectivo, llevan tiempo creando o potenciando indirectamente sectores económicos tales como la sanidad o el turismo. Por ello, como es lógico, desde estos ámbitos se trata de satisfacer sus peticiones y preferencias. Sin embargo, aún hay muchas otras áreas de actividad que no han podido o no han sabido reaccionar a las posibilidades financieras que ofrece este filón.

Las cajas se adaptan a la Tercera Edad

Este era el caso, hasta hace muy poco, de los bancos españoles, que tímidamente parece que comienzan a revertir este déficit. Por su parte, las cajas de ahorro sí que llevan tiempo adaptando sus productos a la Tercera Edad, con hipotecas inversas u otro tipo de préstamos específicos, entre otras herramientas.

Pues bien, para algunos bancos no han pasado desapercibidos factores como que muchos mayores tienen una vivienda en propiedad, además de que una parte considerable de ellos no consigue los ingresos suficientes de sus pensiones -la principal fuente económica para el 80 por ciento de los ancianos, según datos de la Seguridad Social- para llegar a fin de mes. Asimismo, en base a las estadísticas que maneja BBVA, las personas con más de 65 años contratan de media más productos que el promedio del resto del mercado: 5,45 frente a 4,32.

Los bancos se tiran a la piscina

1. La renta vitalicia

Así las cosas, por ahora, sólo el Sabadell y el banco vasco se han atrevido a romper el hielo. El catalán fue el primero, al plantear una renta vitalicia a cambio de la venta del piso al banco por parte del cliente. Éste puede optar por permanecer en ella, en cuyo caso debe pagar un alquiler; o bien, por vivir en otro lugar -por su cuenta, con los hijos, etc-, recibiendo entonces un 30 por ciento más en la renta que le concede la entidad y un extra en concepto de gastos de traslado. La iniciativa, que lleva seis meses en funcionamiento, implica una importante ventaja fiscal y tiene adjunto un seguro especial que otorga el 60 por ciento del valor del inmueble a los herederos en caso de fallecimiento del contratante durante el primer año, y el 40 por ciento si la muerte le sobreviene en el segundo ejercicio tras la firma de la operación. Con todo, la propuesta del Sabadell es ideal para aquellas personas que vivan solas, que tengan unos ingresos bajos y sin herederos, o al menos, parientes muy lejanos. En un país en el que se valora enormemente la titularidad de la vivienda retrae a los posibles clientes, y especialmente a sus descendientes, el hecho de perderla.

2. La hipoteca bienestar

En cuanto a BBVA, su proposición comercial encaja en otro perfil y, en determinados aspectos, resulta más sofisticada que la introducida por la entidad que preside Josep Oliu. Puesta en el mercado la semana pasada, la Hipoteca Bienestar se posiciona como una herramienta financiera que permite al cliente conseguir una renta vitalicia calculada en base al valor de la vivienda, la edad del cliente y su esperanza media de vida. La entidad financiera presta hasta el 80 por ciento del valor de tasación de la casa incluyendo la revalorización prevista para los años que debería vivir el cliente.

Además, este instrumento, que en definitiva es una hipoteca inversa -obtener un préstamo sobre la propia casa-, de BBVA lleva añadido un seguro para que, en caso de que el cliente supere la esperanza de vida que se le había calculado, pueda seguir recibiendo sus ingresos mensuales. Igualmente, si uno de los miembros de la pareja de mayores fallece, el otro seguirá recibiendo la renta sin modificaciones.

BBVA obtiene los intereses -que rondan el 5 por ciento- directamente del cliente y también de manera mensual. Mientras, la parte principal del préstamo la puede recuperar por dos vías: o el usuario cancela la hipoteca y la abona, o bien, la situación más habitual, los herederos del cliente, una vez ha fallecido éste, pasan a poseer la vivienda. A partir de ahí, o pagan el principal y se quedan la casa o la venden y, con ello, liquidan la hipoteca. Para concluir este proceso tendrán hasta un año, durante el cual BBVA no les cobrará intereses.

Un negocio en auge

Se trata de aprovechar un sector que va a crecer con fuerza en los próximos años. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), de 1991 a 2010 la población que rebase los 80 años aumentará en un 100 por cien, mientras que las personas entre 65 y 79 años pasarán a ser un 30 por ciento más. Y, entre 2001 y 2010, los españoles mayores de 80 años serán un 40 por ciento más, así como los ciudadanos situados entre 65 y 79 años permanecerá constante.

Ante este panorama, y salvo las honrosas excepciones que representan BBVA -que tiene previsto ampliar su oferta en este campo y el Sabadell, a los bancos no les queda más remedio que adecuar su oferta al mercado de la Tercera Edad. Si la gestión resulta oportuna este ámbito, y a tenor de las previsiones de envejecimiento, los mayores pueden y deben acabar siendo un filón para la banca. En el sentido financiero de la palabra, claro.

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