Ángel Calvo
París, 30 jun (EFECOM).- El rechazo de la opa de Sacyr sobre Eiffage por las autoridades bursátiles francesas y el paréntesis judicial de más de dos meses en el contencioso entre ambas empresas podría inducirlas a negociar una salida y pasar página a una batalla campal que dura ya meses.
Aunque oficialmente no ha habido contactos en los últimos días, las direcciones de Eiffage y Sacyr se han enviado mensajes a través de la prensa desde que la Autoridad de los Mercados Financieros (AMF) ocasionara un gran revés a la constructora española al no declarar válida su oferta el pasado martes.
El presidente de Sacyr, Luis del Rivero, aunque por una parte aseguró que mantendrá la batalla por Eiffage el tiempo que haga falta y agotará la vía judicial para recurrir el dictamen de la AMF, dijo el viernes que aceptaría desprenderse del 33,3% que tiene en el grupo francés, pero al precio que ha sido el techo de su cotización, es decir, 129 euros por acción.
Respondía así al presidente de Eiffage, Jean-François Roverato, que la víspera había señalado que aceptaría la opa de Rivero por los dos tercios que no controla en su empresa si fuera en efectivo y alcanzara los 127 euros por acción.
De hecho, las dos condiciones fijadas por Roverato son las que se desprenden de la decisión de la AMF, que no sólo considera que Sacyr infringió la normativa bursátil francesa al concertarse con otros accionistas españoles de Eiffage, sino que además le obliga a lanzar otra que contemple, al menos como opción, la compra en efectivo de las acciones, y en principio a los citados 127 euros.
Esa obligación, que supondría el desembolso de hasta 9.000 millones de euros -según los cálculos de algunos analistas-, podría amenazar la estabilidad financiera de la constructora española, que a finales de 2006 acumulaba una deuda de 18.357 millones de euros, y eso pese a que la dirección se esfuerza por quitarle hierro.
En el terreno judicial, no se puede esperar una pronta resolución ya que el Tribunal de Comercio de Nanterre (afueras de París) no celebrará su próxima audiencia hasta el 6 de septiembre y ese día será sólo para establecer un calendario para los debates contradictorios.
Este tribunal se encarga de examinar las demandas de Sacyr y otros accionistas españoles contra Eiffage por privar a 89 de éstos de derechos de voto en la junta de abril pasado.
Sacyr también ha recurrido ante el Tribunal de Apelación de París la decisión de la AMF, ya que sigue negando que actuara de concierto con otros accionistas españoles, pero aquí tampoco caben esperar avances sustanciales antes de semanas o más bien meses.
Además, las perspectivas para la compañía española no son en principio muy halagüeñas, si se tiene en cuenta que el Tribunal de Apelación de Versalles falló esta semana en favor de Eiffage en el recurso presentado por el grupo español Rayet, que con un 4,21% del capital es uno de los 89 accionistas españoles privados de derechos de voto y que en conjunto tienen el 17,6%.
Esta sentencia en apelación en Versalles venía a confirmar el dictamen del Tribunal de Comercio de Nanterre, que el pasado día 1 ya había dado la razón a la dirección de Eiffage, y eso pese a que Rayet no forma parte de los seis accionistas españoles que la AMF considera haber demostrado que actuaron de concierto con Sacyr.
La dirección de Eiffage sabe que ahora está claramente en posición de fuerza aunque sea por un acto encubierto de nacionalismo económico: no hay que olvidar que siguen suspendidos los derechos de voto de 83 accionistas españoles de Eiffage de los que la AMF no ha demostrado por ahora que actuaran en concierto con Sacyr.
Desde esa posición de fuerza, y esperando tal vez que la constructora española se avenga a buscar una solución negociada para salir de la incertidumbre actual, hay que entender que el director general de Eiffage, Benoît Heitz, se ofreciera para buscar un comprador para los títulos de Sacyr.
Eso sí, Heitz previno de que el grupo de Luis de Rivero no debía hacerse ilusiones de sacar grandes plusvalías de su aventura francesa, sino que debía esperarse más bien un precio en torno a los 80 euros por acción, es decir una quinta parte menos de su actual cotización en bolsa. EFECOM
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