El gigante de moda deportiva de lujo se ha visto obligado a cerrar dos de sus establecimientos más importantes en la isla de Manhattan debido al ataque de estos pequeños insectos que causan estragos entre más de un neoyorquino.
Primero fue Hollister, establecimiento que abrió hace tan sólo un año en la esquina de Houston con Broadway, en pleno Soho, y ahora la tienda que Abercrombie tiene cerca de Fulton Street, cerca del Seaport de la isla.
Según adelantaba el Wall Street Journal, un portavoz de Hollister no tardó en tranquilizar a los compradores diciendo que los chinches habían sido encontrados "sólo en algunos de los espacios aislados de la tienda". "En una situación de esta índole por encima de todo nos preocupan nuestros compradores y el personal. Estamos haciendo todo lo posible para solucionar el problema y esperamos que el comercio se abra pronto", señaló.
El pasado jueves, el blog Gothamist comenzó a desvelar los detalles del truculento incidente, muy común en la isla de Manhattan, donde tanto ciudadanos adinerados como pobres deben convivir con estos parásitos, muy difíciles de eliminar. Al parecer los trabajadores de Hollister llevan quejándose sobre un posible de chinches desde hace más de un mes.
Otros problemas
Según la web, que cita a empleados de la tienda Hollister, una de las marcas que engloba Abercrombie, el pasado 29 de junio una de las empleadas encontró picaduras en su cuerpo, así como un chinche vivo y otro muerto en el uniforme del personal. A pesar de todo, la tienda no fue clausurada.
Además de quitarse los chinches, Abercrombie enfrenta unos pobres resultados y unas ventas que no terminan de repuntar. Sólo sus ventas internacionales consiguen equilibrar la tímida subida del 1 por ciento registrada en sus establecimientos norteamericanos el pasado mayo.