Empresas y finanzas

En ITB la pobreza es exótica y la presión medioambiental invento políticos

Antonio Trejo

Berlín, 11 mar (EFECOM).- La Bolsa Internacional del Turismo (ITB) cerró hoy sus puertas en Berlín dejando la impresión de que el mundo es perfecto y seguro, de que la pobreza es exótica y la presión medioambiental un invento de los políticos.

Los promotores turísticos de los 184 países que pagaron por estar en la ITB, benevolente maqueta de sociedad de naciones, nunca oyeron hablar de terrorismo o de criminalidad, y si lo hicieron es porque algo les llegó del país vecino.

En sus próximas vacaciones -ya sea un viaje por Sumatra, Ruanda, Irán, Palestina, Corea del Norte, Líbano o el estado mexicano de Oaxaca- usted estará más seguro que en los brazos de su madre.

En el pabellón de los países latinoamericanos, por ejemplo, Colombia le regala una taza de buen café y una gran noticia: la guerrilla y los secuestros son cosa del pasado; mientras que El Salvador le jura que los Maras son ahora buenos chicos.

México presume su estabilidad política: la ciudad de Oaxaca es otra vez un paraíso en armonía y el Distrito Federal estrenó un cielo azul. Río de Janeiro, por su parte, dice que ya casi todo está controlado en sus fabelas.

En cada stand los sonrientes expositores -10.923 para ser exactos- aseguran que tienen las aguas más cristalinas, la arena más fina y la policía más honesta que usted encontrará jamás. ¿Quiere pruebas? Sólo vea estos folletos, consulte nuestras estadísticas, hable con nuestros agentes.

Durante cinco días en Berlín, los países latinoamericanos, asiáticos y árabes han pasado por un lifting que eliminó las cicatrices del narcotráfico, la guerra, la inestabilidad política, el fundamentalismo y la marginación. Hoy han estrenado un rostro amable y hablan un alemán impecable.

Expertos en el manejo de eufemismos, los amos del marketing transforman un tour a un miserable pueblo indígena en "turismo autosustentable", y si el país es pequeño y despreciado por las grandes líneas aéreas es "exótico".

"Ecoturismo" y "biodiversidad" son también los conceptos de moda en ITB y hay que demostrarlo con una escenografía que parece lista para una película barata de Tarzán: palmeras, cocos, orquídeas, camaleones de plástico_

Y las contradicciones a la vista: tours directos al "corazón de una reserva natural protegida", o al "último reducto virgen" de la Tierra, que le garantizarán, después de todo, la envidia de las próximas generaciones.

La ITB es también el gran crisol de razas y culturas -o la gran suma de disfraces y maquillaje-. Apaches, esquimales, cosacos, geishas y beduinos toman por asalto las áreas de comida rápida para engullir hot-dogs y Coca Colas.

Al nivel del piso es difícil avanzar por los pasillos saturados, y un poco más arriba, los ritmos musicales se disputan del espacio sonoro en los 26 gigantescos pabellones.

La cacofonía se mezcla con los aromas de la comida regional ofrecida a los visitantes, toda una estrategia de marketing directa al estómago.

Aquí las fronteras entre continentes se han reducido a pasillos alfombrados que lo invitan -entre los pabellones 23-26- a descubrir la hospitalidad de Irán, con un tour que seguramente envidiarán los inspectores de la Organización Internacional de Energía Atómica.

Corea del Norte promociona el aire limpio de Pyongyang y una visita a la casa donde nació el líder supremo Kim II Sung, en el contexto de un socialismo "optimista".

Y Palestina también tiene un stand -muy pequeño, pero lo tiene- para invitarle a Gaza y Ramala.

Los turistas del próximo verano salen de ITB llevándose bolsos repletos de folletos, tarjetas y mapas. Habrá que elegir a dónde ir, sin temor alguno, porque este es un mundo perfecto, al menos en la ITB. EFECOM

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