Empresas y finanzas

Al Gore, el eterno guerrero ecológico

Albert Arnold Gore, Jr. es un político y ecologista estadounidense. Foto: Archivo
La muerte de un hijo y la derrota electoral de 2000 le llevaron a luchar por el medio ambiente.

Su perfil es el del típico americano de buena familia. Se crió en un inmenso rancho del estado sureño de Tennessee. Su padre, el senador Al Gore, era un rico empresario de la industria tabaquera que le costeó sus estudios en la prestigiosa Universidad de Harvard, donde se graduó con honores en asuntos gubernamentales.

Fiel a su patria, cumplió con el servicio militar, lo que le llevó a participar en la guerra de Vietnam. Es padre de cuatro hijos, abuelo de dos nietos y, a sus 58 años, lleva más de 35 casado con Mary Elizabeth Tipper, sin que se le conozca ninguna relación extramatrimonial. El que fuera vicepresidente de EEUU en la era Bill Clinton, desde siempre mostró grandes habilidades políticas: con tan sólo 28 años se convirtió en miembro del Congreso de EEUU y fue elegido senador en dos ocasiones.

Vista así, su vida puede parecer un camino de rosas. Pero en ella hay dos dramas que, como explica en su película Una verdad incómoda, marcarán su futuro. El primero es la muerte de uno de sus hijos (Al Gore III) tras ser atropellado por un coche. Y el segundo, su derrota en las elecciones presidenciales de 2000, cuando pese a ser el candidato con más votos, el posterior recuento de papeletas en el estado de Florida otorgó la victoria a su rival republicano George W. Bush.

Ambos sucesos hicieron que Gore se replanteara el sentido de su vida y decidiera luchar por un mundo más limpio. Y qué mejor forma de hacerlo que dedicando sus esfuerzos e influencias como político a la que siempre ha sido su gran pasión: el medio ambiente. Volvía así a su época universitaria y sus inicios como congresista, cuando se ocupó de defender varias iniciativas en favor de un planeta mejor.

Tal y como recuerda en su película, con la que ya ha recaudado 23 millones de dólares,
ha recorrido casi todos los aeropuertos del mundo para hacer llegar su mensaje a través de las miles de conferencias que, según dice, ha ofrecido por todos los rincones del mundo.

¿Ha conseguido su objetivo? La respuesta es discutible, pero lo que es cierto es que ha alcanzado una notoriedad internacional que le ha convertido en la cara más conocida de la lucha contra el cambio climático. En España, donde miles de personas tuvieron oportunidad de escucharle en vivo y en directo, ha sido propuesto para el Premio Príncipe de Asturias y hace unos días se conocía su candidatura para el prestigioso Nobel de La Paz. A lo que hay que sumar que su documental ha sido nominado para dos Oscar.

Aunque no ha ganado la batalla,
éstas sí son pequeñas victorias para un hombre trabajador, concienzudo y metódico, como lo describen sus más allegados. En esta nueva guerra de Gore, la del cambio climático, su enemigo vuelve a ser su eterno rival, George W. Bush. El presidente del país que más contamina aún no ha ratificado el protocolo de Kioto que, precisamente Al Gore negoció en 1997 cuando era vicepresidente.

Se ha especulado mucho sobre la posibilidad de que Al Gore se presente a las Presidenciales de 2008, pese a que él lo niegue categóricamente. Aún queda más de un año. Y como el tiempo es oro, Gore prefiere seguir con su misión de salvar el planeta Tierra.

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