
Estados Unidos cuenta con más de ocho millones de millonarios y según la lista de los norteamericanos más acaudalados del país publicada por la revista Forbes el pasado mes de septiembre, todos sus integrantes son multimillonarios, es decir, que los ricos son cada vez más ricos.
Curiosamente, en los últimos tiempos, parece que existe un cambio de percepción entre la clase adinerada a la hora de gastar las ingentes cantidades de dinero que engordan las cuentas corrientes de muchas de estas personas, la filantropía. Una moda cuyo colofón estuvo marcado durante el pasado mes de julio cuando el gurú de las inversiones, Warren Buffet, decidió donar gran parte de su herencia a la Melinda & Bill Gates Foundation, un momento que puso de manifiesto que la solidaridad no es contraria al mundo de las finanzas.
De hecho, si se echa un vistazo, quién no ha dudado en adornar su muñeca con los brazaletes amarillos que el ciclista Lance Amstrong lanzó al mercado para financiar su fundación Live Strong de ayuda contra el cáncer o plantarse alguno de los lazos multicolores que apoyan distintas causas, como el SIDA. Cadenas de televisión, como MTV, o revistas, como Vanity Fair, no han dudado en subirse al carro del apoyo a diversas causas para combatir el hambre o la pobreza en el mundo. Esta insólita costumbre no ha tardado en extenderse entre el corporate estadounidense y Wall Street.
A Buffett y Gates se pueden unir Sir Richard Branson, dueño de Virgin, los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, o un sinfín de famosos que ocupan portadas gracias a su faceta solidaria. El dinero destinado a la filantropía en EE.UU subió el año pasado hasta los 260.000 millones de dólares según la compañía, Giving USA. Además, la revista Barron´s publicaba que en los últimos seis años, el número de fundaciones familiares en el país ha crecido alrededor de un 60 por ciento hasta contabilizar cerca de 33.000 en la actualidad. Como curiosidad, también se puede destacar que alrededor de 115 organizaciones sin ánimo de lucro nacen a diario en EE.UU, sin contar las de origen religioso.
Los protagonistas
Esta nueva tendencia tiene un objetivo principal: "Sé como nosotros", es decir, sé solidario. La revista BusinessWeek ha publicado la lista de "Los 50 filántropos más generosos", un ranking que por supuesto encabeza Warren Buffett. Su anuncio de donar 31.000 millones de dólares a la Bill and Melinda Gates Foundation, le han convertido en el filántropo de moda. El fundador de Berkshire Hathaway, de 75 años, ha destinado su fortuna de 40.000 millones de dólares a obras de beneficencia y a las fundaciones que dirigen sus hijos y esposa. Lo mejor de todo y de ahí la relación una vez más de los negocios con la filantropía es que estas donaciones están designadas en gran parte con acciones de Berkshire Hathaway, la compañía de inversión de Buffett, y se entregarán poco a poco en el tiempo por lo que su beneficio económico depende de cómo funcionen las participaciones de la empresa en los próximos años.
Por supuesto, la medalla de plata va a parar a manos de la Fundación Melinda y Bill Gates, que ha anunciado su intención de retirarse y dedicarse a tiempo completo a su fundación. De la mano se su amigo Buffett, el fundador de Microsoft, se ha propuesto entrar de nuevo en la etapa dorada de la filantropía, ya que la organización de la familia Gates ha conseguido fijar una agenda global que incluye ayudas en numerosos campos y países.
Como la tarea comienza en casa, Gates ha convertido a todos los que trabajan en el feudo de Redmond, Washington, donde Microsoft tiene su base de operaciones, en potenciales filántropos. "Poder aportar algo a la comunidad nos hace sentirnos verdaderamente útiles y orgullosos", afirma Ted MacLean, director general de las operaciones de la compañía.
En octubre, el fabricante de software dio el pistoletazo de salida de su campaña "Microsoft Employee Giving Campaign", un programa en el que los empleados deben destinar horas a colaborar con distintas causas locales. El año pasado esta iniciativa llegó a recaudar un total de 22.000 horas en las que los trabajadores de la compañía mostraron su lado más solidario. Sólo en contribuciones económicas por parte de la fuerza laboral, Microsoft donó 61 millones de dólares en 2005, alrededor de 12.000 dólares anuales por empleado de la compañía.
Un paso más allá
Las compañías estadounidenses han dado un paso más allá y ya no se concentran en cuánto dinero destinan a distintivas causas sino en cómo lo hacen. En estos momentos gran parte del corporate de EE.UU ha dado una vuelta de tuerca a su forma de tratar la filantropía y en lugar de donar dinero sin pensar han convertido esta opción en parte de su misión empresarial.
La pregunta que muchas compañías se realizan es ¿cómo puedo ser solidario y al mismo tiempo favorecer a la empresa? Un enigma que ha llevado a muchas firmas a buscar causas que puedan relacionar con sus productos para que a su vez el consumidor también pueda sentirse identificado. Una práctica común es destinar automáticamente parte de la compra de un bien o un servicio directamente a una organización benéfica. En la actualidad, esta nueva forma de filantropía supone el 5,2 por ciento de todas las contribuciones de carácter filantrópico.
Por ejemplo, en EE.UU, los cereales Kellog´s Special K, cuyo principal consumidor es el mercado femenino, ha decidido lanzar una campaña en apoyo del cáncer de mama. En Starbucks, cinco centavos de dólar de cada botella de agua Ethos van destinados a programas de potabilización de agua en zonas en vías de desarrollo. Internet no se libra del espíritu solidario y el buscador GoodSearch.com destina el 50 por ciento de sus ingresos publicitarios a organizaciones y programas de caridad elegidos por sus usuarios.