
Ante la proximidad del congreso móvil en Barcelona (MWC) y la eclosión de formas de conectividad que parece van a superar la experiencia de uso de los terminales móviles es oportuno preguntarse si la distinción convencional entre comunicaciones fijas y móviles sigue teniendo sentido. Por un lado se ha producido un empaquetamiento comercial generalizado de los servicios de conectividad fija y móvil, manteniendo para la primera el elemento diferencial de la velocidad y para la segunda la del volumen o franquicia de datos en cómputo mensual, teniendo presente que mientras el acceso fijo es "propio", el móvil es "compartido".
La creciente implantación de tarifas móviles "ilimitadas" aproxima los términos de las tarifas integradas, de precio fijo o "planas", propias de mercados altamente disputados y en los que prima el retorno sobre la inversión asociada. Quizás pronto veamos que la conectividad se incluye para el usuario gratuitamente en el precio de la suscripción al servicio de contenidos o utilidades, como desde hace años se incluido el coste de la entrega del comercio electrónico, buscando la generación de ingresos recurrentes a la manera de "Prime" de Amazon.
Volviendo a las comunicaciones, sabemos que la experiencia de servicio fijo o móvil es bien diferente, pues está mediatizada por el dispositivo y por las funcionalidades y utilidades que éste ofrece. La potencial universalización de las comunicaciones móviles, dado su sustancialmente inferior coste de despliegue "en la última milla", la diversidad de terminales, productos de electrónica de consumo con una oferta más rica y dinámica y sobre todo la ubicuidad y conveniencia propias de la telefonía móvil han llevado a que de algún modo la fija se haya convertido en subsidiaria y complementaria de la móvil, especialmente desde que ningún operador distingue desde hace más de una década ambos negocios en organizaciones separadas y desde que la telefonía fija dejó de ser en las economías emergentes la primera solución para conectar a la población.
La globalidad, consecuencia de la política de itinerancia que hace a un usuario de telefonía móvil usuario directo de cualquier red; la experiencia del uso del acceso fijo con soluciones inalámbricas eficientes, de las cuales el Wi-Fi, inicialmente despreciada desde la telefonía móvil, es la más popular y ha progresado en paralelo a las sucesivas generaciones de radio y la muchísimo mayor escala del móvil (6.600 millones de "smartphones" frente a 884 millones de líneas fijas al final de 2021, según Statista) para la difusión de las aplicaciones basadas en la monetización de datos personales (como las redes sociales, los agregadores y los comparadores del motor de búsqueda, que evolucionaron rápidamente desde el ordenador de sobremesa al terminal móvil) explican la notable mayor atracción de inversiones de las comunicaciones móviles, sustentadas en el empleo lucrativo del recurso público del espectro, en un auténtico "gana-gana" que ha relegado a la condición de acompañante a las comunicaciones fijas masivas, no obstante la creciente importancia de las redes de transmisión de fibra óptica, la conectividad entre servidores dentro y entre centros de procesamiento de datos y la necesidad de contar con redes de acceso de fibra óptica a los hogares precisamente para poder disponer de un "WiFi" de calidad, lo que explica las continuas ayudas públicas a la inversión en estas infraestructuras y la elevada valoración que se les atribuye, en función de la expectativa de que sean generadoras de rentas a largo plazo, por su eventual activación por cuenta del operador que cuente en cada momento al titular del domicilio entre sus clientes (en ese sentido, el acceso fijo si bien carece del potencial de mayor ingreso por la "co-ubicación"de operadores, como ocurre con los emplazamientos de telefonía móvil, no tiene riesgo de pérdida del ingreso por la concentración de operadores).
Así pues, las nuevas propuestas de valor, para los proveedores de servicio y para los usuarios de comunicaciones se orientan a una experiencia caracterizada singularmente por la individualización de preferencias, tanto de funcionalidades como de términos de acceso y gestión de datos personales, con un enfoque orientado a la disponibilidad para la realización de transacciones, ya maduras en los ámbitos del comercio minorista de productos y servicios, de los servicios financieros y de las relaciones con Administraciones Públicas y más novedoso en lo que concierne a los servicios remotos de vigilancia y salud, primando la movilidad, frecuentemente sin salir de un mismo espacio -siendo prueba de ello que la voz principalmente "es ya móvil", como una funcionalidad más de las aplicaciones de mensajería móvil lideradas por WhatsApp- y que el dispositivo por excelencia prácticamente en todas las franjas de edad, especialmente para el vídeo, es el terminal móvil. En este contexto, comienza sin embargo a ganar terreno como dispositivo personal de referencia la tableta, que, a medio camino entre el terminal y el monitor, incorpora ciertos recursos ofimáticos y está ya sirviendo como elemento de inducción al uso de aplicaciones de realidad aumentada que será efectiva con los visores que incorporan efectos de realidad virtual como los de las consolas de juegos y para las que es imprescindible el rendimiento de 5G a la intemperie o de WiFi 6 en espacios cerrados, abriendo paso a unas comunicaciones "híbridas", con una arquitectura mixta de creciente complejidad.
Con este panorama, ¿qué esperar de la próxima cita del MWC? Hasta la llegada de la pandemia, la reunión de Barcelona solía ser ocasión de grandes declaraciones de objetivos de los líderes de la industria, particularmente operadores, pues no en balde originariamente la cita lo era de los miembros de la asociación GSM a los que se fueron uniendo fabricantes, integradores y empresas de servicios y contenidos, así como una oportunidad para anunciar acuerdos comerciales o de suministro de cierto calado. En 2022, con 5G ampliamente implantado (a Diciembre pasado, 189 operadores en 74 países habían activado servicios 5G) y en plena evolución de versiones de la tecnología, que abren nuevas posibilidades de servicios en función de la mejora de rendimientos que ofrece (retardo, densidad y microlocalización de dispositivos y segmentación de servicios), parece imparable una "verticalización" de la conectividad, es decir una adaptación a los requerimientos específicos de ciertos ámbitos públicos o privados y sectores de actividad económica.
Abundarán las ocasiones en el próximo MWC para asomarse al metaverso
En ese contexto los operadores podrán mostrar los resultados de múltiples pilotos con innumerables casos de uso, en la expectativa de que, con un ecosistema cada vez más complejo de fabricantes de equipamientos, desarrolladores e integradores de soluciones se fijen las expectativas de negocio asociadas a la tecnología emergente. No faltarán las ocasiones de asomarse al metaverso, con una sesión divulgativa prevista el 28 de Febrero con Chris Weasler, especialista de Meta Platforms (hasta hace poco, Facebook) ni al mundo de blockchain, con otra sesión ese mismo día con Piero Grassano, de Algorand, una de las principales criptomonedas, pero el escaparate de la innovación seguirá siendo el espacio de los emprendedores en un sentido amplio, 4YFN (en inglés literalmente "de aquí a cuatro años"), en el que se encuentran visionarios, promotores, inversores y entidades públicas de apoyo para dar cuerpo y vida a proyectos vinculados al diseño y gestión de herramientas de redes, funcionalidades de dispositivos y una amplia gama de aplicaciones de servicios educativos, sanitarios, de entretenimiento, de colaboración profesional y de seguridad, por citar algunos. 4YFN buscar trascender la dinámica de los negocios emergentes con una línea de comunicación asociada al humanismo tecnológico, con particular incidencia en la ética aplicada a la inteligencia artificial y a la protección de la identidad digital.
Estas cuestiones sobrepasan el ámbito estricto de las comunicaciones móviles tradicionalmente objeto del MWC, pero ciertamente deben ser tenidas en cuenta al fijar los parámetros de futuros servicios y de los modelos económicos que los sustenten, como quizás no pudo preverse al tomar cuerpo la economía de la atención de la que escribieron Beck y Davenport, a partir de la compartición de datos personales en redes sociales basada la rentabilidad del uso de los primeros con fines comerciales. En la siguiente derivada de apropiación legítima y aprovechamiento de los datos para la prestación de servicios o generación de experiencias valiosas, son los dispositivos los que captan de manera autónoma, almacenan transitoriamente y transmiten los datos y con los recursos técnicos actuales -particularmente el procesamiento de la información de proximidad ("edge computing" en inglés)- generan auténticas propuestas de transacción que unidas a la ubicuidad de los sistemas alternativos de pagos para el comercio electrónico han contribuido a que éste pueda representar en 2025 más del 25 por ciento del comercio minorista global, según Statista, combinando eficiencia, oferta e inmediatez, pero generando también conductas indeseables, para los individuos y para el tejido social, como han venido denunciando numerosos líderes de nuestro tiempo, como el Papa Francisco ya en su carta encíclica de 2015 "Laudato Si'".
La resiliencia y capacidad de respuesta de las redes y de los operadores se ha puesto de manifiesto con el agudo repunte del tráfico con motivo de los confinamientos masivos de los últimos dos años. En paralelo, ha progresado la extensión de 5G, que no obstante no ha generado una inflexión en los hábitos de uso, en gran medida porque la inexistencia por el momento de nuevas aplicaciones que tomen el relevo de forma inequívoca al vídeo en su consumo aplaza la percepción de necesidad de mayor ancho de banda en movilidad, a la vez que la severa competencia en la mayoría de los mercados (excepción singular hecha de Estados Unidos) dificultan la repercusión vía precio de las inversiones asociadas en espectro, densificación y despliegue de la computación de proximidad, como se describe en detalle en el informe de IDC "5G monetization and adoption strategies". Por otro lado, aún es pronto para poder evaluar el potencial de desarrollo de 5G en redes privadas, especialmente por la inmadurez de los procesos de implantación orientados al aprovechamiento del mínimo retardo ("UrLLC" en el acrónimo en inglés) y alta densidad de dispositivos ("mMTC"), la falta de series de indicadores de rendimiento y especialmente la escasez de dispositivos, particularmente sensores, apropiados para este uso en entornos industriales y corporativos. Sin embargo, la disponibilidad de la frecuencia "alta" en el rango de 26 a 28 GHz-de cobertura cercana y con un ancho de banda muy superior al de las inferiores- para cuya próxima subasta en España terminó el pasado 31 de Enero el período de consultas públicas y en la que se espera una reserva para usos dedicados, abre la perspectiva al despliegue de redes "a medida" de gestión conjunta o independiente de los operadores de redes de radio en las bandas ya asignadas.
El 'baile de operadores' puede ser el 'leitmotiv' del encuentro de Barcelona
Tal vez el aparente baile de operadores que pueda abrir la vía a la consolidación en ciertos mercados, cuya expectativa alienta en las últimas semanas la subida del precio de sus acciones, sea el leitmotiv del ya cercano encuentro en Barcelona, con la admisión discreta del estancamiento del crecimiento de ingresos (deflactados por la profusión de tarifas planas) y el imperativo de reducir los costes unitarios más rápidamente de lo que lo hacen los precios para obtener una rentabilidad superior al coste de mercado del capital invertido, al menos en los países de renta media-alta. Entretanto, la transferencia a un medio ordinario de comunicación híbrido basado en las posibilidades inicialmente de la realidad aumentada -es decir, de la disponibilidad para la toma de decisiones de "toda" la información relevante en un soporte intuitivo- y progresivamente de la realidad virtual, para facilitar un desdoblamiento digital de la identidad para la satisfacción de ciertas pretensiones materiales o intangibles basadas en la colaboración remota y efectiva entre personas presumiblemente contribuirá a pergeñar nuevas soluciones de conectividad que estimulen el tráfico y la ampliación de la oferta, para lo que parecen estar alineadas las expectativas de inversión de los agentes privados (crecientemente de perfil estrictamente financiero) y la disponibilidad actual de fondos públicos para la recuperación y el crecimiento económico en la mayoría de los Estados miembros de la OCDE.