La reactivación del consumo y el interés de la banca en impulsar su financiación ha vuelvo a empujar el parque de tarjetas. En estos momentos circula en España la cifra récord de 87,63 millones de tarjetas bancarias y su emisión ha sufrido una ligera inflexión en favor de los plásticos que permiten realizar compras a plazo a cambio de abonar un interés a la entidad que las acuña.
La banca ha 'colado' 1,30 millones de tarjetas de crédito nuevas en las billeteras del ciudadano, físicas y virtuales, entre los pasados meses de enero y noviembre después de que el número de estos dispositivos se contrajese en 110.000 unidades durante el ejercicio 2020 y en el 2019 apenas creciese en 610.000.
Una tendencia que eleva a 38,44 millones las tarjetas de crédito activas y que equivale al 43,86% del parque total vigente, según reflejan las estadísticas del Banco de España. El 56,13% restante -49,19 millones- continúan siendo dispositivos de la modalidad de débito, es decir, que abonan las compras de forma directa a la cuenta a fin de mes y sin posibilidad de financiarlas. Su número han crecido en apenas 150.000 unidades en lo que va de año, pero en el bienio 2019-2020 sumaron 1,27 millones y 690.000 unidades, respectivamente, con las de crédito a la baja o más estancadas.
Crisis y fases expansivas
La apuesta por el dinero de plástico a débito o con funcionalidad de crédito es una tendencia pendular en la banca cuando aparecen problemas económicos que aconsejan limitar la financiación ante el riesgo de impagos o cuando, a la inversa, se impone el interés de financiar. Quizá el último ejemplo de esta estrategia se vivió en el 2020, con aumentos del 1,42% en tarjetas de débito y caídas del 0,29% en las de crédito en medio de las incertidumbres desatadas por el Covid-19.
El arranque del 2021 mantuvo esa tendencia y aún se contrajo un 1,76% el censo de dispositivo a crédito durante el primer trimestre frente al auge del 0,53% que registraron las unidades a débito, coincidiendo con otro revés económico originado por las nuevas oleadas de la pandemia y los inesperados problemas provocados por la tormenta Filomena.
La situación cambia con la reactivación económica y el aumento de tarjetas que permiten financiar llega además en un momento donde la banca confiaba en que el crédito al consumo se dinamizase de la mano de la puesta masiva de las vacunas y la mejora de la economía.
El sector espera un auge en las compras a plazos a medida que se agote la hucha de ahorro
No se han cumplido sus pronósticos, ya que apenas se han concedido 33.194 millones de euros entre enero y noviembre en nuevas operaciones de crédito al consumo. La cifra representa un 8,01% más que en el periodo comparable del pasado año, pero continúa un 21,52% por debajo de los niveles del 2019 y que eran los últimos de un ejercicio normal o prepandemia.
A este tipo de financiación le pesa que algunos artículos que normalmente se financian siguen sufriendo la crisis como es la compra de vehículos, afectada por la crisis de los chips. Pero también está tardando en coger tracción porque las familias usan las huchas de ahorro forzoso acumuladas durante la pandemia en lugar de tirar de crédito.
Las entidades confían que la situación cambie a lo largo de este año gracias a que buena parte de ese ahorro ya se está agotando, especialmente entre los ciudadanos con las rentas más pequeñas, y ven una oportunidad para dinamizar el crédito en los programas que se lanzarán de la mano de los fondos de la Unión Europea, como las rehabilitaciones de viviendas para mejorar la eficiencia energética.
Un reciente estudio de CaixaBank Research incide, de hecho, en que las ayudas europeas buscarán fomentar la movilidad sostenible y la rehabilitación de viviendas y eso "impulsará el consumo de bienes duraderos como coches eléctricos, puntos de recarga, electrodomésticos, aparatos de climatización y calefacción más eficientes energéticamente, etc". Dichas ayudas no van a cubrir la totalidad de la inversión, "por lo que se requerirá de cofinanciación", auguran sus expertos.

Por eso sus analistas están convencidos de que "gran parte del consumo" que se realice por hogares con rentas bajas y medias-bajas este año y, sobre todo de bienes duraderos, "se apoyará en la financiación bancaria, dado que ya no dispondrán del colchón de ahorro de 2020". Las rentas medias y medias-altas aún tendrían parte del ahorro acumulado, pero esperan que "también requerirán de otras fuentes de financiación como la bancaria".
El informe 'Payments 2025 & Beyond' realizado a su vez por PwC con foco exclusivo en los medios de pago augura a su vez que los pagos electrónicos se triplicarán en el mundo hacia el año 2030 porque muchas personas han adoptado nuevos comportamientos digitales, acelerados con la pandemia, y priorizarán el uso del dispositivo móvil en detrimento del efectivo.